La historia está llena de casos como el que hoy nos ocupa. A menudo poco conocidos, en otras directamente ignorados, pero que supusieron un cambio importante en el devenir histórico. Sus protagonistas fueron personas como Witold Pilecki. Esta es su historia.
Pilecki nació en 1901 en Olonets, en lo que actualmente es la Carelia rusa. Allí había sido enviada su familia por las autoridades rusas, como castigo por haber participado en la sublevación polaca de 1863. En 1918, durante la Primera Guerra Mundial, se uniría a las unidades polacas que defendían Wilno. Luego permanecería en el ejército polaco luchando en diferentes campañas contra Rusia.
En la Segunda Guerra Mundial, ya con el grado de comandante, participó en la defensa contra la invasión nazi. Y una vez derrotados fundó el Ejército Secreto Polaco, una organización de la resistencia que operaba en las principales ciudades de Polonia bajo la ocupación.
En 1940 se le ocurrió que podía infiltrarse en el campo de concentración de Auschwitz, con el fin de recabar información y organizar un movimiento de resistencia interna. Elaboró un plan y así se lo comunicó a sus superiores. Lo que nadie sabía hasta ese momento era lo que realmente ocurría en los campos como Auschwitz. Tanto la resistencia polaca como los aliados no tenían ni idea de los horrores que allí se producían, pensando que se trataba solo de campos de prisioneros a gran escala. Es posible que si lo hubiera sabido se lo hubiera pensado dos veces.
El caso es que su plan fue aprobado. Se le proporcionó una nueva identidad como Tomasz Serafinski, y el 19 de septiembre de 1940 se dejó capturar por los alemanes, siendo enviado a Auschwitz. Una vez dentro organizó un movimiento de resistencia e inteligencia, que comenzó a enviar reportes e información a Varsovia, los cuales se remitían después a los servicios de inteligencia británicos. De este modo es como los aliados supieron lo que realmente ocurría en Auschwitz.
Cuando Pilecki se dio cuenta de que ni la resistencia polaca ni los aliados tenían la intención de asaltar el campo y liberar a los presos, decidió poner pies en polvorosa. La noche del 26 de abril de 1943 se fugó con dos compañeros, no sin antes robar un buen puñado de documentos nazis.
Tras la guerra siguió desarrollando actividades clandestinas, esta vez contra la ocupación soviética. Es detenido el 8 de mayo de 1947, acusado de de espiar para el gobierno polaco en el exilio, y condenado a muerte. La sentencia se ejecutaría el 25 de mayo de 1948.
En 1995 el gobierno polaco le concedió la Medalla al Mérito, y en 2003 el fiscal del proceso que lo condenó y varios funcionarios más implicados fueron acusados de complicidad en su muerte. Nunca se encontró su tumba.
Descubre más desde La Brújula Verde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.