Hace aproximadamente año y medio que la sonda Voyager 1 abandonó nuestro sistema solar en un viaje sin retorno que constituye la misión de exploración más ambiciosa de la Humanidad. No sé si aún recibimos datos suyos pero si la respuesta es positiva será por poco tiempo; después, la enorme distancia, cada vez mayor, dejará al Voyager completamente solo ante lo que haya ahí fuera.
Si alguna vez es encontrado por alguna civilización extraterrestre, quizá sus científicos deban devanarse los sesos (o lo que tengan) al analizar el disco de oro con grabaciones de la Tierra, intentando identificar qué es cada cosa que oigan. Este disco, de surcos, a la manera antigua, contiene sonidos (música, saludos en varios idiomas…) e imágenes (más de un centenar de fotos) con las que se ha intentado plasmar la diversidad natural y cultural de nuestro planeta. De ahí que el célebre Carl Sagan, quien colaboró en su elaboración, lo definiera como «una botella en el océano cósmico», en alusión a los típicos y tópicos mensajes dentro de botellas lanzados al mar por náufragos.
Y ahora viene lo bueno ¿alguien está interesado en grabar su propio mensaje y lanzarlo al espacio? Pues ya puede hacerlo. No sólo eso sino que sabrá qué itinerario seguirá exactamente hasta que desaparezca de nuestro radio de acción de forma definitiva. Para la mayoría, será la manera más cercana a hacer un viaje interestelar; si no es en persona, al menos en espíritu.
Será gracias a la sorprendente y original idea desarrollada por dos diseñadores, la rusa Lera Moiseeva y el italiano Luca Nichetto, en un trabajo para la agencia Nooka que ha sido bautizado con el muy apropiado nombre de Cosmic Messenger (Mensajero Cósmico). Ambos le han dado al artilugio un aspecto futurista y retro a la vez, como sacado de una película de ciencia ficción de los años cincuenta. Vean la foto: parece el bebé de Robby (Planeta prohibido) y Hal 9000 (2001, una odisea del espacio).
Se trata de un dispositivo con altavoces que permite realizar grabaciones de audio de todo aquel que desee llevar su voz a los confines del espacio. Una cámara grabará el viaje en 360 grados y enviará la señal a la Tierra, de forma que los participantes podrán ver dónde se halla su alocución… al menos hasta que se pierda. La pregunta es qué puede decirle un humilde ciudadano al cosmos ¿Podría ser el inicio de una red social interestelar?
Más información: Lera Moiseeva y Nichetto Studio
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