Buscando información relacionada con la escritura íbera llegué por casualidad a un artículo publicado por la BBC en 2013 acerca de un estudio génetico sobre individuos de la Cultura del Vaso Campaniforme (en inglés Beaker Folk).
Me llamó la atención precisamente por eso, porque era un estudio genético. Y aunque hay muchas teorías al respecto y los investigadores todavía no se han puesto de acuerdo, las tesis más aceptadas hoy son que el Vaso Campaniforme fue una cultura, no un pueblo.
Más o menos una moda de objetos de lujo que se extendió por Europa, una manifestación cultural prehistórica que comenzó en el Calcolítico y se extendió hasta los inicios de la Edad del Bronce. Ni siquiera su cronología está consensuada.
En lo que sí parece que todos están de acuerdo es en la datación de los objetos encontrados en numerosas zonas. Así, los más antiguos de esta cultura, que toma su nombre de las vasijas o vasos con forma de campana invertida y profusamente decorados, serían los hallados en el área baja del Tajo en Portugal. Su cronología iría del 2900 al 2500 a.C. más o menos. Luego irían los encontrados en Andalucía (2500-2200 a.C.).
Estos vasos campaniformes aparecieron por toda la Península Ibérica, pero también en Francia, Gran Bretaña, Irlanda, Países Bajos, Alemania, Sicilia, Dinamarca, Suiza, Cerdeña e incluso el norte de África. No es que fueran iguales en todos estos sitios, tenían sus diferencias, pero en esencia contaban con una característica común morfológica.
Siempre aparecen formando parte de ajuares funerarios en tumbas. Lo cual parece reforzar la idea de que se trataba de objetos de lujo que estaban de moda en la época en una zona muy amplia de Europa. Su difusión sería parte de la interacción comercial entre las élites de los distintos pueblos.
De ahí que aparezcan en tantos lugares tan distantes de una manera que hasta ahora no tiene otra explicación. El reconocido historiador Gordon Childe sostenía en los años 50 que eran el resultado de la expansión por toda Europa de una casta guerrera de origen misterioso o desconocido. Tesis que pronto fue rebatida por la comunidad científica.
Pero en los últimos años los estudios genéticos parecen contradecir, o por lo menos poner a prueba las teorías aceptadas hoy en día. Esto es, que se trataba de una cultura y no de un pueblo.
El primero que he encontrado apareció en 2012 en American Journal of Physical Anthropology. En él un grupo de investigadores afirma que los tipos físicos de los individuos hallados en las tumbas de centroeuropa, donde se encontró la cerámica campaniforme, son similares entre sí, pero distintos de los de poblaciones típicas de aquella época. Algo realmente extraño.
Y el segundo estudio es el que mencionaba al principio, aparecido en 2013 en Nature. Aquí se menciona algo mucho más curioso: que tras analizar el ADN de individuos Beaker Folk en tumbas de la región alemana del Elba Medio, sus características genéticas muestran una similitud asombrosa con las poblaciones actuales de España y Portugal.
¿Es posible entonces que Gordon Childe no estuviera tan equivocado? ¿Que en realidad los creadores de los vasos campaniformes sí fueran un pueblo y que se habrían extendido por todas estas zonas? Si así fuera quedan muchos interrogantes abiertos. ¿Quienes eran, cómo llegaron hasta lugares tan remotos, por qué aparecen en lugares donde se supone que no debían estar? Incluso parece confirmado que reformaron o mejoraron Stonehenge en Gran Bretaña. Esto indicaría que habrían sido bien recibidos por los habitantes nativos. En Avebury levantarían otro gran monumento similar.
En la propia Gran Bretaña su presencia daría lugar posteriormente a la Cultura Wessex, que también incluye algunos elementos sorprendentes, como la aparición en sus tumbas de copas micénicas procedentes de Grecia.
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