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Efectivamente, arqueólogos han descubierto trozos de queso más antiguos que el mismísimo Jesucristo. Casi 1615 años más antiguo. Claro que no es un queso completo, ni tan siquiera trocitos, solo unos grumos.

Los hallaron en el cuello y el pecho de varias momias en un cementerio del desierto de Taklamakan, en el noroeste de China. Las momias estaban enterradas bajo una cubierta de madera. El aire seco del desierto y la salinidad de la tierra permitieron que el queso se conservase, al igual que las momias, sin descomponerse. Ayudados claro del efecto vacío producido por la cubierta de madera.

El queso estaba hecho, evidentemente, con leche. Pero llevaba levaduras añadidas (bacterias), al contrario que el cuajo que se usa actualmente, y que se extrae de las tripas de terneras, corderos o cabritos. Sería más parecido al actual kéfir.

Según el Instituto Max Planck para la Biología del Desarrollo de Tubingen, Alemania, las condiciones del cementerio son las óptimas para la conservación. Éste fue descubierto en los años 30 por arqueólogos suecos, que hallaron numerosos enterramientos de la Edad del Bronce en la parte superior de una gran duna de arena, y adyacentes a un río actualmente seco.

Los muertos fueron enterrados bajo grandes barcos de madera y envueltos en piel de vaca, con tanta fuerza que quedaron sellados al vacío.

Por qué tenían queso alrededor del cuello y en el pecho es un misterio que, posiblemente, tardemos en averiguar. Lo que si está claro es que tiene más de 3500 años de antigüedad y es posiblemente el más antiguo hallado hasta ahora. En Polonia se habían encontrado coladores de queso de hace más de 7000 años. Y en Dinamarca ollas de unos 5000 años en las que se hacía mantequilla o queso.

Fuente: USA Today y Popular Science

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