Si alguien quiere ver las pinturas rupestres más espectaculares del mundo (junto con otras como las de Lascaux, por ejemplo) tiene que viajar hasta la cornisa cańtabrica y, más concretamente, a un segmento geográfico que ocupa la mitad oriental de Asturias y la occidental de Cantabria. Allí se sitúan maravillas como las que conservan las cuevas de Altamira, El Castillo, El Pindal, Tito Bustillo, Chufín, Candamo…
Pues bien, la parte cántabra acaba de incorporar una más a la lista. Fue el pasado 3 de marzo,cuando el presidente del Club de Espeleología de Sabadell, Manel Lleras, y su mujer, Raquel Hernández, las hallaron practicando ese deporte en la gruta conocida con el nombre de Aurea, que está situada en un coto de pesca del río Deva, en el desfiladero de La Hermida (comarca de Liébana). Tras el correspondiente aviso a las autoridades, expertos del MUPAC (Museo de Arqueología y Prehistoria de Cantabria) procedieron a examinar el lugar para comprobar su veracidad y a cerrarlo con una verja para garantizar su conservación.
La cueva, que hasta hace poco era utilizada para guardar cabras, es pequeña, con galerías angostas y salas de dimensiones bastante reducidas en las que se han encontrado abundantes restos animales y formaciones geológicas típicas, como estalactitas y estalagmitas. Pero las paredes de la más profunda son lisas y de color blanco a causa de la calcita que las recubre, por lo que se convirtieron en un soporte idóneo para pintar. Y, en efecto, allí se encontraron las pinturas, a base de motivos geométricos.
En general, son rayas y puntos: composiciones onduladas a base de hileras de puntos horizontales y verticales repartidas por diversos rincones del sitio, más un disco que decora uno de los pasillos y varios conjuntos más de ese tipo, algunos de ellos medio borrados por estar cerca de la entrada. La técnica empleada es doble: unas veces se aplicó la pintura con el dedo mientras que otras se recurrió a su soplado sobre la piedra.
La ciencia asigna a este conjunto una edad aproximada de veinte mil años, lo que lo sitúa a caballo entre el Solutrense y el Magdaleniense, los dos últimos períodos del Paleolítico Superior y especialmente representados en Francia y la Península Ibérica. Lo que hoy es esa región cantábrica de la que hablaba al principio, estaba entonces habitada por grupos de cazadores-recolectores creadores del arte rupestre más antiguo del mundo (cueva del Castillo, datada en cuarenta mil años).
Fotos y más información: cantabria.es
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