Hué no es la capital de Vietnam ni tiene un tamaño demasiado grande, pero sí ostentó la capitalidad entre 1802 y 1945 mientras que su moderada población (muy por debajo de trescientos mil habitantes) se compensa con un conjunto monumental tan importante que fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1993. Por eso no suele faltar una visita durante cualquier viaje que se programe por el país.

Vietnam es un pequeño país situado al sur de China y que se prolonga en forma de media luna hacia el sur, encajado entre Laos y Camboya al oeste, y por el Mar de China, que baña el golfo de Tonkín en el lado este.

Hué se ubica aproximadamente en la mitad de esa franja costera, lo que ofrece al turista la posibilidad de completar el tour cultural urbano con el relax en alguna de las tranquilas playas que se suceden por el litoral, tales como Hai Van, Tam Giang o Lang Co.

Foto Supanut Arunoprayote en Wikimedia Commons

Como el resto de la nación, Hué tiene una historia turbulenta en la que diversos imperios dominaron el panorama político, desde el Funan y el Shampa, hasta el que da nombre al territorio, el Viet, pasando por el Chino o el Cham.

A mediados del siglo XIX, Francia aprovechó la muerte de unos misioneros para enviar tropas y ocupar el territorio en una expedición militar que buscaba frenar el expansionismo británico en la región y que España apoyó por la política de prestigio exterior en la que estaba inmersa.

Se da así uno de los capítulos menos conocidos de nuestra historia: la intervención en el reino de Annam, lo que entonces por aquí se llamaba Cochinchina. El contingente hispano, compuesto por soldados filipinos a las órdenes de oficiales peninsulares, se unió al francés y derrotó al ejército del emperador Tu Duc en una rápida campaña que a los galos les permitió quedarse un siglo y a los españoles no les sirvió más que para llevarse una indemnización nunca cobrada, cierta libertad comercial y el establecimiento de un consulado; en Hué precisamente.

Foto Supanut Arunoprayote en Wikimedia Commons

No obstante, la ruta turística por esta ciudad no se centra en esa época sino en la fantástica arquitectura tradicional plasmada en palacios y pagodas, alcanzando su máximo esplendor de la Ciudadela de Kinh Thanh, un recinto fortificado cuya muralla exterior (hay otras dos interiores concéntricas) mide diez kilómetros de perímetro y acoge multitud de rincones de gran belleza.

Construida por el emperador Gia Long en 1804, consta de sitios espléndidos, como la Ciudad Prohibida, el palacio Thai Hoa, las Nueve Urnas Dinásticas, el palacio de los Mandarines, los Nueve Cañones Sagrados, varios templos, la Biblioteca Real o el Museo Imperial.

Aparte de la ciudadela, hay que recomendar las Tumbas Reales, que se encuentra a unos pocos kilómetros al sur del centro urbano. Pertenecen a la dinastía Nguyen y compiten entre sí en elegancia y majestuosidad, aunque probablemente la más espectacular sea la de Minh Mang, una sucesión de puertas, escaleras y terrazas que, junto con templos y pabellones más un templo y un lago, forman un conjunto imponente.

Foto CEphoto, Uwe Aranas en Wikimedia Commons

De vuelta al casco de Hué, que está vertebrado por el río Perfume (por el que se dan paseos fluviales en botes con forma de dragón), también es visitable la pagoda Thien Mu (Dama Celestial), una torre de planta octogonal que mide veintiún metros de altura divididos en seis plantas y a cuyo lado, en un pequeño pabellón, se encuentra una campana gigante fabricada en 1710 y que se puede oir a una decena de kilómetros.

Por último, no puede faltar un recorrido por el mercado de Dong Ba, el más importante que no el único, donde es posible comprar recuerdos, orfebrería, especias y mil cosas más.


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