Por vez primera se hallaron en 2015 en excavaciones arqueológicas en Israel semillas de época bizantina. Con una antigüedad de unos 1500 años, se cree que estas semillas eran las empleadas en la confección de uno de los vinos más famosos y renombrados de aquella época, el Vino del Neguev. Su calidad era legendaria y su precio ciertamente prohibitivo, según se desprende de las fuentes históricas.

En campañas anteriores se habían descubierto las terrazas donde se cultivaban las uvas, los lagares donde se producía y las vasijas en que se almacenaba y transportaba desde los puertos del Neguev a todos los rincones del imperio. Pero no se había hallado ni rastro de las semillas.

Éstas se hallaron en el yacimiento arqueológico de Halutza, la ciudad fundada por los nabateos, por investigadores de la Universidad de Haifa. Ahora serán estudiadas para resolver uno de los misterios de la gastronomía medieval bizantina: si los vinos del Neguev eran oriundos de la zona o las semillas se importaban de algún otro sitio, tal y como se hace en la actualidad.

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Hoy en día todas las viñas de Neguev son de variedades europeas, por lo que el auténtico y reputado vino que les dió fama se ha perdido para siempre. Los investigadores tienen la intención de recrear ese antiguo vino, y con un poco de suerte reproducir su sabor exacto y ver qué lo hacía tan especial.

Otro de los objetivos es determinar si estas semillas necesitaban, al igual que las variedades europeas, grandes cantidades de agua, o por el contrario estaban adaptadas a las condiciones áridas de la zona. Ese podría ser el secreto de su calidad.

Fuente: Israel Antiquities Authority


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