Quizá algún lector recordará una mítica serie de televisión británica de los años setenta Espacio 1999. Contaba las aventuras del equipo de una base lunar cuando el satélite sufría un accidente y era lanzado a través del cosmos. Bueno, el año se ha quedado obsoleto y esperemos que la entrañable Luna no termine vagando por el infinito, pero una empresa privada rusa ya ha anunciado la puesta en marcha de un proyecto para la construcción de una base allá arriba.

La compañía se llama Lin Industrial y asegura tener capacidad tecnológica para ese ambicioso plan, que llevaría a cabo a lo largo de diez años. De hecho, ya tiene listo el modelo previo de la base, cuyo autor es el diseñador ruso Alexander Ilyin y que ha bautizado a la futura base como Luna 7.

El proceso se llevaría a cabo en dos etapas fundamentales: la primera colocaría el material necesario en el polo sur lunar y la segunda sería la instalación de dicho material. ¿Dónde exactamente? En el cráter Malapert, que cuenta con un espacio llano perfecto para aterrizar, buena visibilidad de la Tierra y condiciones ideales para las telecomunicaciones. Además, está protegida de la radiación solar el 89% del tiempo, dado y las noches apenas duran unos días en todo el año.

Para llevar las cosas hasta allí serían necesarios trece viajes, a realizar mediante un cohete muy ligero llamado Aldan (nombre de un río siberiano) cuyo prototipo está desarrollando actualmente; al fin y al cabo, la empresa también fabrica el misil Taymir, del que se tomarían algunas características. En lo referente al cohete, parte del modelo Angara, cuyo primer vuelo se registró a finales del pasado mes de diciembre.

Empresa rusa proyecta construir base Luna 2

A esos lanzamientos de transporte se unirían luego otros para trasladar a los trabajadores y su aprovisionamiento, de manera que al final se habrían realizado treinta y siete despegues, de ahí la década prevista para tener concluidas las obras. La misión de la nave, aparte del transporte, sería soltar un módulo de aterrizaje y varios módulos orbitales más que se encargarían de mantener el contacto con la tierra, abaratando los costes que conlleva cada lanzamiento.

Lin Industrial confía en conseguir los detalles de tecnología necesarios -herramientas, técnicas- en el próximo lustro. Eso nos lleva a la cuestión que suele ser más difícil: la financiación. Aunque el proyecto se ha enviado al Consejo de Ministros ruso para que dé su visto bueno, se calcula que hará falta muchísimo dinero. Según explica Ilyin, la primera fase requerirá poner en órbita a dos tripulantes y la segunda a cuatro, lo que significaría una inversión de 550.000 millones de rublos (unos 9.300 millones de dólares). Aparte, el prototipo del cohete costaría otros doscientos billones.

Pero de momento todo se reduce al plano teórico. No hay presupuesto oficial ni información sobre cómo afrontarlo. Tampoco hay fecha concreta para ponerse en marcha, que en cualquier caso no sería antes del año 2030.

Vía: Next Big Future


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