
Llega desde EEUU la noticia de que un equipo de historiadores y arqueólogos ha iniciado una campaña de investigación científica para intentar determinar qué pasó con el famoso asentamiento de Roanoke, más conocido como la «colonia perdida». Ah ¿que no saben de qué va el tema? Pues vamos con una introducción porque es muy interesante: una trama en la que se unen historia, exploración y misterio.
En el siglo XVI América era básicamente ibérica, es decir, española y portuguesa. Dos imperios que habían descubierto en el Nuevo Mundo una fuente aparentemente inagotable de riquezas, de ahí que fueran muy estrictos en mantener alejados de ese continente a los barcos de otros países. Pero claro, eso era imposible y la parte norte se convirtió en el trozo de pastel que se iban a disputar ingleses, franceses y holandeses.
En 1584 el célebre corsario Sir Walter Raleigh obtuvo autorización de la reina Isabel I para colonizar Terranova. Las condiciones explicitaban que había que fundar una colonia y hacia allá zarparon cinco barcos. Una tormenta dejó algunos por el camino, en Puerto Rico, pero los otros llegaron a un punto de la costa Este del actual EEUU aún sin determinar del todo. Tras enzarzarse en combate con los indios y faltos de provisiones, navegaron más hacia el norte y se establecieron en la isla de Roanoke en el verano de 1585.
Allí quedó un centenar de hombres mientras las naves regresaban a Inglaterra con la promesa de volver con víveres y más colonos. Durante la espera, arribó al lugar Francis Drake y aceptó llevarse a la mayoría de la gente, harta de esperar y del asedio de los indios, de manera que cuando por fin retornó la flota desde Europa, se encontró el fuerte vacío. De nuevo se dejó un destacamento.
En 1587 se estableció otra colonia en la bahía de Cheasepeake, desde donde se intentó contactar con la gente de Roanoke. Pero la expedición encargada de ello sólo encontró un esqueleto. Pese a ello, se asentaron ciento quince colonos más y partió un barco hacia Inglaterra para solicitar ayuda. Lamentablemente, en ese momento la guerra contra España -concretada en la amenaza de la Armada Invencible- era la principal preocupación, así que pasaron tres años.

Cuando por fin llegó una expedición se encontrón el pueblo vacío. No se veían muertos ni destrucción alguna; simplemente no había nadie; la gente parecía haber desaparecido sin más.Tampoco se halló rastro de la señal pactada para informar de desastre: tallar una cruz en el tronco de algún árbol cercano; en su lugar estaba la palabra croatoan, nombre de la actual isla de Hatteras. La deducción lógica fue que se habían trasladado allí pero los marineros se negaron a ir por el mal tiempo.
Así pasaron otros doce años. En 1602, hubo un nuevo intento de expedición desde Inglaterra que tampoco consiguió su objetivo. Hasta los españoles los buscaron, para echarlos de América, pero sin éxito, con lo que la colonia perdida de Roanoke cayó definitivamente en el olvido. ¿Qué pudo pasar? Hay teorías para todos los gustos: unos dicen que los colonos se integraron con alguna tribu india (o incluso dispersándose entre varias), mientras otros creen que se trasladaron pero fueron exterminados, bien por indígenas, bien por los españoles; hay quien teoriza sobre un intento de embarcarse para regresar a Europa por su cuenta, naufragando, y quien entra de lleno en las macgufadas esotéricas.
El caso es que en 2012 se reinterpretó un mapa de 1580 elaborado por John White, el capitán de la primera expedición, la que dejó la colonia seminal, señalando lo que parece ser un fuerte en la actual Carolina del Norte. Ese documento es el punto de partida para retomar las investigaciones sobre la colonia perdida, esta vez por parte de arqueólogos que excavan en una campaña denominada The Croatoan Project. No sin dificultades, teniendo en cuenta que la costa ha retrocedido centenares de metros y seguramente las viviendas estarán hoy sumergidas.
Paralelamente, desde 2005 se desarrolla el llamado Lost Colony DNA Project, que busca descendientes de aquellos pioneros entre los indios a través de análisis genéticos, tomando como referencia algunos restos orgánicos recuperados junto a piezas como utensilios domésticos, cerámica y otros objetos de uso cotidiano.
¿Es una historia fascinante o no?
Vía: Newsmax
Imagen de cabecera: dominio público en Wikimedia Commons
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