Durante el siglo XVII la rivalidad entre Inglaterra y España tuvo su campo de batalla principal en el mar y en la lucha por controlar el comercio con el Nuevo Mundo. En este panorama destacan unas figuras que el cine y la literatura embellecieron, para bien o para mal, dándoles un aire de romanticismo y aventura. Nos referimos a los piratas y bucaneros. Inglaterra se valió de ellos para socavar el poderío español y extender su imperio por todo el planeta.

Lo hizo mediante una figura legal que se denominó privateers, traducido al castellano como corsarios, y cuya misión era atacar, destruir y robar todo lo que pudieran de los galeones españoles. Una especie de guerra fría en la que había carta blanca.

Por ello no es extraño que muchos de estos corsarios fueran confundidos con piratas. En realidad sus actividades eran bastante parecidas. Algunos incluso llegaron a extralimitarse tanto que se convirtieron en auténticos piratas, como ocurrió con Barbanegra.

Retrato de William Patterson / foto Internet Archive Book Images

En medio de todo esto destaca la enigmática figura de William Paterson, escocés que a los 17 años emigró a Bristol y luego a Bahamas. Bastante poco se sabe de sus actividades allí, salvo que se convirtió en un hombre de negocios. Algunos han sugerido que sus actividades en estos años incluían la piratería y el comercio de esclavos, como por ejemplo Andy Forrester en su libro The Man Who Saw the Future: William Paterson’s Vision of Free Trade. Pronto regresó a Londres, donde ahora sí consiguió labrarse una fortuna con el comercio con las Indias Occidentales en la Merchant Taylors’ Company.

En 1694 convenció al gobierno para crear el Banco de Inglaterra, convirtiéndose en uno de sus directores, aunque tan solo por unos meses. Tuvo que dejar el cargo debido a desavenencias con el resto de mandatarios.

Se dedicó entonces a elaborar un plan para crear un Imperio Escocés. Es conocido como el Esquema Darien, cuyo primer y único intento fue la creación de una colonia en Panamá. El desastre de aquella expedición en 1698, a la que el propio Paterson acompañó y en la que murieron su esposa e hijo, fue la puntilla para la existencia de Escocia como estado independiente. Él sería uno de los principales impulsores de la unión con Inglaterra, que se plasmaría en el Acta de Unión de 1707, que los escoceses tuvieron que firmar acuciados por el desastre financiero.

También se le adjudica la creación del Banco de Escocia, cuya principal misión, al igual que la misión original del Banco de Inglaterra, no era otra que prestar dinero al soberano para mantener las guerras exteriores.


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