Es bastante habitual que cuando hablamos de mapas antiguos en realidad no lo sean tanto. La mayoría de las veces, el debate gira en torno a las primeras representaciones de América pero olvidamos que eso fue ya en pleno Renacimiento y que antes hubo una Edad Antigua y otra Medieval en las que también se utilizaban, sólo que los ejemplos más conocidos no son en papel sino en piedra o en mosaico.

Generalmente, se considera que el mapa más añejo conocido es del siglo VII a.C. Se encontró en Sippar, una ciudad de la Baja Mesopotamia cuyos restos se sitúan en lo que hoy es el sur de Irak, a unos siete kilómetros de Babilonia. El documento en cuestión está inscrito en una tablilla de arcilla, que era el formato habitual entonces.

Si nos circunscribimos a Europa, el mapa más viejo se halló en Pavlov, actual República Checa, y consiste en una roca donde se representan una montaña, un río y algunos valles. Tiene unos veinticinco mil años.

Así que toca preguntarse cuál es el mapa español equiparable a éstos y la respuesta puede que la tenga un equipo de arqueólogos de la Universidad de Zaragoza dirigido por Pilar Utrilla. Su aportación a la cuestión fue el descubrimiento, en la cueva navarra de Abauntz Lamizulo, de unas piedras calizas grabadas, del tamaño aproximado de una mano y un peso que oscila entre un kilo y kilo y medio. Se han datado en torno a trece mil seiscientos sesenta años, lo que las sitúa en el período magdaleniense.

En realidad, el hallazgo no es de ahora sino que se remonta a 1994. Pero estos años transcurridos se han dedicado a un estudio intenso de las piezas, buscándoles la interpretación adecuada. Las conclusiones se escribieron en un artículo firmado por Carlos Mazo, Mari Cruz Sopena, Manuel Martínez-Bea y Rafael Domingo, además de la propia Pilar Utrilla, publicándose en 2009 en la revista Journal of Human Evolution. Como casi siempre, encendieron un apasionante debate.

Mapa mas antiguo España 2
Foto Pilar Utrilla

Las piedras en cuestión están decoradas con grabados incisos de animales de entonces, como un ciervo, un reno y cabras montesas. Pero lo más interesante para los expertos fue que también hay unas líneas que parecen representar un paisaje: una montaña, otro monte más pequeño, un río con afluentes y varias lagunas. ¿Serían un boceto artístico del entorno, una guía para orientarse, una historia narrando alguna partida de caza o un plan para esto último?

Evidentemente, es imposible saberlo. Sí parece que la montaña puede identificarse con una real, la de San Gregorio, visible desde la gruta. Además, el equipo científico cree que unos círculos equivaldrían a ciertas llanuras que se inundaban en invierno y que otra sinuosa línea sería un cauce fluvial cercano. Situándolo todo en su contexto prehistórico, podría interpretarse como un mapa, una forma de orientación en una tierra cambiante, inmediatamente posterior a la Edad del Hielo. Así lo creen también expertos de otros países, como Lawrence Strauss, de la Universidad de Nuevo México (EEUU).

Pero no todos están de acuerdo con esa teoría. Otros, caso de Jill Cook (Bristish Museum), opinan que los cazadores de aquella época no necesitarían ningún mapa porque conocerían su hábitat sobradamente, pudiendo situar incluso cada árbol y cada planta importante para ellos. Asimismo, añaden, es frecuente que las figuras animales que se encuentran en las piedras de ese período aparezcan acompañadas de líneas rectas y circulares.

Por tanto, el enigma prevalece y no parece que vaya a a haber una respuesta definitiva, como suele pasar en todo lo referente a la Prehistoria.


Fuentes

New Scientist


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