Podría ser uno de los grandes descubrimientos arqueológicos de los últimos tiempos: una ciudad subterránea de cinco mil años de antigüedad hallada entre Aksaray, Kayseri y Nigde, en la provincia turca de Nevsehir. Los datos aún son escasos, dado que la noticia no saltó al conocimiento público hasta finales de diciembre, pero parece ser que podría tratarse de la urbe bajo tierra más grande del mundo, al menos de las conocidas.

De hecho, una de las características de la Capadocia, región de Anatolia central donde se ubica el hallazgo, es la cantidad de poblaciones cuyas viviendas se hicieron en el subsuelo, excavando en la roca, desde la antigüedad. Se cuentan unas doscientas, siendo la más destacada -hasta ahora- Derinkuyu (reconstrucción en esta imagen inferior). En ella vivieron unas veinte mil personas.

Al fin y al cabo, se trata de un lugar que rebosa historia: patria de los hititas, los arqueólogos e historiadores saben que allí hay un filón oculto del que acaban de encontrar una veta. Y así acaba de suceder. Son cerca de setenta y cinco hectáreas de una localidad desconocida, de la que nadie sospechaba su existencia.

Pozo de ventilación de Derinkuyu que revela su profundidad/Imagen: Nevit Dilmen en Wikimedia Commons

Como tantas veces, fue la casualidad la que ha permitido aflorar esos restos. Esta vez, el denostado ladrillo ha hecho una pequeña aportación cultural involuntaria: tras demoler millar y medio de edificios, se estaban removiendo escombros y terreno para la promoción de un nuevo proyecto inmobiliario cuando obreros y máquinas se toparon con el sensacional descubrimiento. De pronto, bajo sus pies empezaron a aparecer pasadizos, galerías abovedadas, formas arquitectónicas…

Por supuesto, las obras han sido canceladas sin importar la inversión empleada hasta entonces (noventa millones de liras turcas, unos treinta y dos millones de euros) y serán los expertos los que tomen el relevo para que ese mundo ignoto salga a la luz y nos cuente todos sus secretos. Que tienen que ser muchísimos, atendiendo a las dimensiones que presenta; el propio alcalde de Kayseri, Hasán Ünver, acostumbrado a las ciudades subterráneas que se diseminan por la región, dijo que comparadas con ésta recién descubierta son simples cocinas.

Y es que los arqueólogos han explorado ya algunas partes -los primeros restos afloraron en 2013, aunque el eco internacional llega ahora- y el resultado deja casi sin respiración: hasta siete kilómetros de túneles se contabilizan. Asimismo, ya se ha recogido medio centenar de piezas arqueológicas, pasando el lugar a estar bajo la jurisdicción de la Junta de Preservación del Patrimonio Cultural y Natural Turquía.

Generalmente, los turistas que visitan Capadocia sólo ven las famosas chimeneas naturales de origen volcánico sin imaginar que debajo hay maravillas igual de interesantes.

Vía: Hurriyet Daily News


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