En los manuales de Historia los hechos se suelen presentar condensados, por cuestiones de espacio, dejando fuera aquellos que el historiador o el editor consideran más anecdóticos o irrelevantes. En el caso de Napoleón lo más habitual es pasar de la derrota en Waterloo y su consiguiente segunda y definitiva abdicación, al destierro en la isla de Santa Helena.
Sin embargo, por el medio de estos dos eventos hay un lapso de dos semanas que no tiene tanta fama: el de la fuga de Napoleón Bonaparte a los Estados Unidos de América. El intento se realizaría desde el puerto de Rochefort, a donde llega el 3 de julio de 1815, once días después de su abdicación. La elección de Estados Unidos era quizá la única lógica que le quedaba, pues en cualquier otro lugar de Europa habría sido perseguido. Aunque hay quienes opinan que los planes pasaban más bien por dirigirse en última instancia a México o Sudamérica, donde podría hacer uso de sus dotes militares ayudando a la independencia de las colonias españolas.
Además Estados Unidos le ofrecía no sólo la libertad sino también una nación basada en los principios que habían inspirado la Revolución Francesa, y que era oponente de su mayor enemigo, el Reino Unido. Según cuenta Munro Price en su libro Napoleón: The End of Glory, incluso había pasado sus últimos días en París leyendo ávidamente la obra de Humboldt Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente (1804) y sus descripciones de México, Venezuela y Perú. Y sus allegados le habían escuchado decir que pretendía viajar a esos lugares con intenciones científicas.
Pero el gobierno británico ya había establecido un bloqueo naval sobre los puertos franceses, y cuando Napoleón llega a Rochefort se encuentra que allí le espera el HMS Bellerophon, bloqueando la salida del puerto. No deseando huir a escondidas, prefirió esperar por el pasaporte que el gobierno provisional le había prometido obtener de los ingleses. El 9 de julio se dirigió al HMS Bellerophon indagando si los pasaportes habrían sido enviados allí, pero sin suerte.
Así que solo le quedaba una salida, la huida. Se preparó un plan que consistía en abordar un carguero y pasar luego a un mercante fondeado frente a La Rochelle que le llevaría a América. Su hermano José, el ex-rey de España, que tenía cierto parecido con él, serviría de cebo para despistar a sus perseguidores.
Pero en la medianoche del 13 de julio, cuando todo estaba dispuesto, Napoleón cambió de opinión. Nadie sabe por qué lo hizo, y seguramente seguirá siendo un misterio. Puede que temiese que el plan fallase, o dejar atrás a un destino incierto a quienes le habían ayudado. O puede que simplemente se cansase de huir. El caso es que a las 10 de la mañana del 15 de julio se entregó al capitán Maitland a bordo del HMS Bellerophon, con la esperanza de que se le concediese un retiro en Inglaterra. No hubo suerte, tres meses más tarde se encontraría desterrado en la isla de Santa Helena.
Su hermano José si pudo, diez días más tarde, embarcarse para América en un puerto cercano, y vivió en Nueva Jersey sin dificultades durante quince años.
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