Karaweik, una espectacular embarcación de Rangún

A falta de otros entretenimientos o cansados de siempre los mismos (bailes cortesanos, fiestas populares, partidas de caza…), los reyes de otras épocas encontraban momentos de solaz navegando plácidamente por ríos y lagos. Solían hacerlo a bordo de falúas como las que se conservan aún en algunos museos, caso de los de Aranjuez, Lisboa o Londres.

Eran embarcaciones lujosamente decoradas de las que el mejor ejemplo probablemente se el famoso Bucentauro veneciano (aunque no era de recreo sino ceremonial), un lanchón cuya obra muerta (la superestructura encima del casco) constituía una auténtica y exuberante alegoría de escultura barroca. Pues bien, la costumbre de navegar con ese tipo de naves no fue exclusiva del mundo occidental; en Asia también se dio y hoy en día Myanmar presume de una ostentosa réplica con fines turísticos.

Se trata del Karaweik, una barcaza-palacio que reproduce un antiguo barco real llamado Pyigyimon y se puede encontrar en el lago Kanawgyi (Rangún), del que es uno de sus grandes atractivos; no hay más que ver las fotos para entender el porqué. Con un doble casco de proas rematadas en cabezas de dragón y un habitáculo en forma de pagoda, todo con el esplendor decorativo de estucos y dorados que lo recubre, el Karaweik es un alojamiento flotante que promete hacer las delicias de cualquier pasajero o cámara de fotos.

Porque ya no sirve a una familia de sangre azul sino a los viajeros. Sus dos pisos acogen un par de grandes salones, un auditorio y un restaurante buffet que también ofrece espectáculos folklóricos, complementos del hotel levantado en la orilla ante el que suele estar anclado cuando no se desliza por las aguas del Kandawgyi. Este lago, por cierto, es artificial; su origen, que se remonta a tiempos del Imperio Británico, se debe a la necesidad de proporcionar agua a la ciudad de Rangún.

En suma, sesenta hectáreas que, eso sí, están rodeadas por la frondosidad del Parque Natural Kandawgyi y el Jardín Zoológico de Rangún, que ven incrementado su atractivo con la ostentosa presencia del Karawik desde 1974, año en que se terminó su construcción -se empezó dos antes- siguiendo el diseño del arquitecto birmano U Ngwe Hlaing. Hasta el nombre de la embarcación es bella, pues el Karaweik es un ave de melodioso canto de la mitología local.

Foto: Andrew Lettau en Wikimedia