No es una novedad que los cánones de belleza varían de un rincón a otro del globo. Aquí se estilan los cuerpos delgados, allí los prefieren rollizos; en un sitio buscamos tostarnos al sol y en otro se esfuerzan por mantener la piel pálida; una nariz aguileña puede ser símbolo de prestancia o un apéndice feo, según donde se halle su dueño; y así sucesivamente.
A vueltas con esta cuestión, la periodista estadounidense Esther Honig decidió hacer un experimento. Trabajaba en una empresa de comunicaciones y dio con una web internacional freelance que permitía contratar personal para hacer cualquier tipo de labor. A Esther le llamó especialmente la atención el hecho de que casi todos los candidatos acreditaban el experto manejo de Photoshop y se le ocurrió una curiosa idea.
Consistió en enviar un retrato suyo a cuarenta editores de fotografía de veinticinco países de todo el mundo. El encargo era que retocasen la imagen para que la dejaran lo más guapa posible. El proyecto, al que llamó Before & After (Antes & Después), confirmó su idea de la diversidad en los gustos estéticos, aunque también habría que tener en cuenta qué nivel de intervención tuvo cada editor.
Y es que algunos intervinieron lo mínimo posible, eliminando manchas de piel y ojeras, uniformando tonos y poco más, mientras que otros fueron bastante más allá y aportaron peinados, color, etc. Los de mayor recato, incluso vestuario. Los resultados son bastante sorprendentes: los hay magníficos y otros no tanto. A ella le gustó especialmente la labor de Marruecos, pese a que la envuelve en un hiyab. No cita cuál le desagradó, aunque en realidad no es difícil imaginárselo contemplando las fotografías.
Les dejo varios ejemplos para comparar la foto original enviada por Esther con algunas de las imágenes retocadas que le devolvieron. La que encabeza el post es de Argentina. Si quieren verlas todas, abajo tienen el enlace a su página web.






Vía: Esther Honig
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