¿Es posible que los problemas de salud los cure un alma caritativa? Actualmente todavía hay quien cree en lo que se podría llamar pseudociencia, pero en el siglo XIX el hipnotismo era un furor, auspiciado por el do it yourself de la Época Victoriana y el éxito popular de los curanderos, que realizaban experimentos de dudosa credibilidad utilizando aparatos eléctricos; o la propia frenología, que creía que según fuera la forma del cráneo de un individuo ésta determinaba su carácter y los rasgos de su personalidad.
La Biblioteca Widener de la Universidad de Harvard ha digitalizado un par de libros muy interesantes sobre la pseudociencia en la Época Victoriana, en concreto sobre las ideas del «magnetismo animal» fundamentadas por el médico alemán Franz Anton Mesmer.
La teoría sobre que las enfermedades podrían ser curadas por la hipnosis ya fueron desacreditadas en el pasado. Sobre ello hay varios libros como el del poeta Chauncy Hare Townsend que en 1841 escribió Facts in mesmerism: With reasons for a dispassionate inquiry into it o el escrito en 1887 por D. Younger, Full, concise instructions un mesmerism (falsely termed hypnotism), curative magnetism, and massage with brief hints on natural medicine, etc., with illustrations showing various phases of mesmeric treatment.
Este último autor comentaba sobre la afición de sus compatriotas al hipnotismo:
Los resultados que he sido capaz de lograr por este método natural de tratamiento, combinado con varios remedios con hierbas que recomiendo, han sido en muchos casos muy sorprendentes, no han dejado de ser un alivio y, a menudo, han sido efectivos para una cura permanente después de que todos los métodos ortodoxos no dieran resultado.
Mesmer y sus discípulos frecuentemente usaban la música en sus tratamientos, favoreciendo en particular el etéreo y misterioso sonido de la armónica de cristal, inventada por Benjamin Franklin, que usa la fricción para producir tonos en una serie de diferentes utensilios de vidrio. En el libro de Townshend el asunto va más allá y aplica cierta música de flauta a un sujeto sometido a la hipnosis mientras camina sonámbulo.
Charles Dickens era un admirador de esta pseudociencia según consta en una carta de 1845 custodiada en la Morgan Library. En ella dice que «creo en ello en contra de todas mis impresiones y opiniones preconcebidas».
Vía: Hyperallergic
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