¿Oyen ustedes un extraño zumbido, apagado y lejano pero constante? ¿Se les clava en la cabeza como una aguja provocándoles jaquecas, alteración del sueño y otros efectos físiológicos adversos? Pues probablemente no se lo están imaginando sino que pertenecen a una minúscula fracción de la población que sufre ese problema y que, al parecer, tiene una base real. El término en inglés con que se conoce ese zumbido es The Hum (que significa eso precisamente).

Quienes lo perciben suelen describirlo como una especie de motor diésel al ralentí y al principio no es raro confundirlo con el ruido del tráfico automovilístico, la electricidad o el paso de algún avión -aunque a veces ocurra a la inversa-. Es decir, se asocia a la vida cotidiana hasta que se cae en la cuenta de que hay algo más. Es lo que le ocurrió al dr. Glenn MacPherson, profesor universitario en Columbia Británica.

En 2012 cayó en la cuenta de que el zumbido que notaba desde hacía tiempo no tenía una explicación tan fácil y se puso a investigar. Para su sorpresa, encontró abundante documentación sobre el tema, desde estudios a informes pasando por artículos, unos más serios que otros, describiendo lo que él experimentaba. Ese misterioso sonido era conocido en muchos sitios como The Hum, generalmente precedido por el nombre del lugar donde se daba.

Porque el Hum no es algo aislado; hay montones de localidades de todo el mundo donde ha sido detectado por un pequeño porcentaje -entre el dos y el diez por ciento- de sus habitantes. Se caracteriza por una baja y monótona frecuencia no identificada, a veces acompañada de vibraciones, que empieza un buen día pero aparece y desparece a intervalos de tiempo variables. Hay reseñas desde hace muchísimo tiempo y algunos atrevidos las remontan hasta 1830, si bien las primeras propiamente dichas empezaron en la década de los setenta del siglo XX en Bristol. Europa América del Norte y Australia son las regiones donde más se da. Inicialmente se pensó que era un engaño pero hay quien opina que su incidencia médica parece ser demasiado elevada para considerarlo así.

The Hum, el misterioso zumbido que sólo percibe una pequeña parte de la población

Y es que el Hum puede provocar irritabilidad, insomnio, dolores de cabeza, estrés y, en algún caso más raro, desesperación hasta llegar a la depresión e incluso al suicidio. Bueno, imagínense tener que aguantar un zumbido día tras día, noche tras noche, que les afecta de esa forma y encima sin saber cómo remediarlo. Porque hasta ahora ha sido imposible encontrar el origen del fenómeno. Tom Moir, profesor de ingeniería en la Universidad de Tecnología de Auckland, trabaja en ello desde 2002, cuando descubrió que muchos habitantes de la costa norte de esa ciudad lo sufrían.

Pero no es fácil, ya que hay pocos datos disponibles. El mencionado MacPherson hizo un mapa mundial de sitios donde se oye el Hum mientras que, tras entrevistar a montones de afectados, Moir concluyó que se trata de un sonido de frecuencia baja (con registros entre 3 y 30 Khz, así como longitudes de onda de 10 a 100 kilómetros) o muy baja (de 3 a 30 Hz y longitudes de onda de 100.000 a 10.000 kilómetros) que empieza en cada sitio en fechas diferentes, de pronto. Otro doctor, Colin Novak, de la Universidad de Windsor (Ontario, Canadá), logró registrar un hum local con un sofisticado equipo de sonido, gracias a lo cual llegó a la conclusión de que estaba causado por un alto horno instalado en la vecina isla de Zug.

Algunos investigadores opinan que existe una fuente global responsable del Hum en todo el mundo. Hay quien sugiere que se basa en ondas de sonido mientras que otros optan más bien por las electromagnéticas. Incluso se ha adjudicado la autoría al TACAMO (Take Charge and Move Out), un sistema adoptado por la US Navy en los años sesenta para mantener la comunicación con los submarinos nucleares y bombarderos de largo alcance en caso de conflicto. El TACAMO usaba ondas de radio VLF de baja frecuencia y muy largo alcance que rebotarían en montañas y edificios, propagándose por todo el mundo. Pero no hay ningún estudio que demuestre la relación y además la fuerza aérea estadounidense nunca ha querido explicitar las características del sistema.

O sea, que de momento no hay respuestas a unas preguntas que, de todas formas, tampoco son muy consistentes. En muchos casos investigados se encontraron causas perfectamente normales (fábricas, ventiladores, compresores…). Pero evidentemente, da más juego hablar de las Trompetas del Apocalipsis, como lo llaman por algunos lares.


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