Aunque sigue siendo un edificio imponente y uno de los monumentos más atractivos y emblemáticos de Roma, si no el que más, el Coliseo actual está lejos del esplendor que presentaba en la Antigüedad, con buena parte del graderío desaparecido, la decoración esquilmada y el público enardecido de los juegos de gladiadores sustituido por turistas acalorados por el sol.

La decadencia del anfiteatro Flavio, que tal era su verdadero nombre por haber sido los fundadores de esa dinastía (Vespasiano y su hijo Tito) quienes lo construyeron en la segunda mitad del siglo I d.C, llegó cuando el cristianismo se convirtió en la fe oficial de Roma y los espectáculos que tanto gustaban a la gente empezaron a ser mal vistos, por crueles y sanguinarios. Así, lo que no pudieron hacer tres terremotos y varios incendios, lo consiguió la religión: el emperador Honorio prohibió los juegos en el año 404 y el Coliseo entró en un largo período de decadencia.

Tanto como para ser utilizado como vertedero durante siglos, además de sufrir el expolio de los mármoles y bronces que lo recubrían, reaprovechados para embellecer otros edificios (entre ellos la Basílica de San Pedro). Pero en tiempos medievales se le encontró otro uso del que, ahora, un grupo de arqueólogos de la Universidad Americana de Roma acaban de desenterrar evidencias: al menos entre el siglo IX y mediados del XIV, en que un terremoto casi lo derrrumba, el Coliseo sirvió de vivienda a montones de familias.

Sitio no faltaba, pues el aforo original era para cincuenta mil espectadores. En realidad que el anfiteatro había sido habitado es algo que ya se sabía, pero los trabajos de excavación llevados a cabo en el nivel subterráneo han permitido sacar a la luz restos que demuestran esa mundana finalidad: tuberías de agua, tiestos, cimientos de paredes y tabiques, establos, talleres… El lugar se alquilaba por metros cuadrados por parte de los frailes del vecino monasterio de Santa Maria Nova, que tenían la propiedad del inmueble.

La propia arena, es decir, el coso donde peleaban los gladiadores, se usaba como espacio común, una especie de enorme patio (recordemos que incluso era escenario de representación de naumaquias o batallas navales, previa inundación) donde se juntaban los animales con las personas y otros enseres. De éstos, destaca el hallazgo de una cocina de cerámica y una rara estatuilla de marfil que representa un mono y que se cree que era una figura de ajedrez.

Los trabajos arqueológicos continuarán la temporada que viene de forma paralela a la labor de restauración y limpieza que se está acometiendo y que quedará lista en la primavera de 2016. Porque seis millones de visitantes anuales demuestran el tirón que tiene el lugar.

Vía: news.discovery.com

Foto: Jean-Pol Grandmont en Wikimedia

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