El portal de turismo Skyscanner ha publicado un estudio sobre qué les espera a los viajeros de un futuro cercano en cuanto a su paso por los aeropuertos cuando tengan que tomar un vuelo. Se titula Futuro de los viajes.
El informe, elaborado por The Future Laboratory y medio centenar largo de expertos en tendencias, explica que la automatización se convertirá en la tónica general de ese tipo de instalaciones, algo que será absolutamente necesario para garantizar el normal funcionamiento de los complejos ante el creciente número de usuarios.
O sea, que seremos tantos los que, maleta en mano, queramos embarcar en avión que ya no bastarán los controles habituales ni los mostradores de facturación, al menos tal como los entendemos hoy en día. Uno mismo podrá gestionar todo el proceso, tal cual se está empezando a hacer ya en algunos aspectos.
Por supuesto, los dispositivos móviles serán herramientas fundamentales. En realidad lo son cada vez más y hay que asumir que constituyen un nuevo gadget que debemos ver ya como algo normal y cotidiano, tal cual ocurre, por ejemplo, con el reloj o las gafas de sol. Por supuesto, no sólo por sí mismos sino, sobre todo, por su capacidad de conexión a Internet.
Actualmente podemos usar el smartphone para hacer el check-in on line, para seguir la información actualizada y en tiempo real de los vuelos, para usar la tarjeta de embarque electrónica e incluso para acceder a guías de viajes que facilitan las propias líneas aéreas. Pero en los tiempos venideros -y no muy lejanos-, se sumarán más posibilidades, léase la capacidad de saber el tiempo de espera en el control de seguridad o saber en todo momento dónde está nuestro equipaje.
En el aeropuerto habrá sofisticados escáneres que harán los registros varios millones de veces más rápido, la identificación del pasajero será por dispositivos biométricos, se impondrán los billetes electrónicos y las etiquetas digitales…
Y es que esos complejos están experimentando una transformación, al pasar de ser meros puntos de embarque o llegada a auténticos centros comerciales en los que una amplia oferta de ocio en forma de tiendas, restauración y espacios lúdicos se une a la función principal. Así, explican los autores del trabajo, la experiencia vacacional empezará en las terminales mismas a través del disfrute de cines 3D, galerías de arte, jardines, piscinas y actividades variadas en las zonas de espera.
Todo ello con la ventaja que ofrecen los adelantos tecnológicos, de manera que entrar a comprar en un comercio no requerirá llevar dinero por hacerse la transacción de forma virtual. Quizá ni siquiera haya dependiente ni tienda, pues bastará con pulsar la representación holográfica del objeto deseado en un muro digital; y te enviarán la compra a casa.
Por último, el viaje en avión también constituirá una experiencia en sí misma. Los asientos serán envolventes, adaptándose al cuerpo del pasajero, e individualizados hasta detalles que hoy nos resultan inimaginables. Así, cada plaza dispondrá de su propio sistema de climatización para que cada uno elija la temperatura y se ponga fin a la clásica estampa de la gente envuelta en mantas por el frío del aire acondicionado.
Además, la oferta de entretenimiento a bordo se refinará aún más. Por supuesto, cada uno elegirá si prefiere película, televisión, videojuego o música, pero lo hará mediante un sistema holográfico y con el equipo de audición integrado en el reposacabezas para aumentar la privacidad. Y el abanico de temas se dispara, pudiéndose hasta jugar al golf y al tenis en la cabina con un simulador en una zona de la cabina mientras otra se reserva para los que prefieran dormir.
A todo esto no hace falta echarle muchos años por delante. En una década viviremos esta realidad de ciencia ficción, ya que el estudio habla del año 2024.
Más información: Skyscanner
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