Hablando genéricamente, hoy casi todo el mundo tiene una impresora en su casa. Ahora bien ¿qué pasa si invertimos la frase? ¿Puede todo el mundo tener una casa en su impresora? Por sorprendente que parezca, la respuesta es sí. Al menos dentro de poco.
Hará ya un par de años que se empezó a difundir el concepto de impresión en tres dimensiones. Con la previa labor de diseño de programa y el material adecuado hemos visto que uno puede fabricar casi cualquier cosa en su propio hogar, en muy poco tiempo y sin demasiado coste. Las posibilidades son enormes, aunque hasta ahora lo más llamativo quizá haya sido la elaboración de armas, prótesis, muebles u obras de arte. Pero un estudio de arquitectos holandés ha dado un paso de gigante proponiendo algo más atrevido: un edificio entero.
Uno de verdad, quiero decir. Grande. Habitable. De hecho, ya están en plena obra, si es que se puede decir así. Los inganiosos integrantes de DHE Architects han creado una súperimpresora 3D que es diez veces más grande de lo normal. Bautizada, en un juego de palabras, como KamerMaker, que significa Constructor, la trasladaron en un contenedor junto a los canales de Ámsterdam, a un solar donde planean erigir una casa destinada a viviendas: tres pisos más ático, con aspecto típico holandés.
El proyecto se llama 3D Print Canal House y se basa en la utilización de un material especial, un bioplástico originado a partir de, agárrense, ¡semillas de colza! Es totalmente natural y reciclable: si alguna vez hay que demoler el edificio se puede triturar y volver a usar para levantar otro. Es más, el estudio maneja otras posibilidades materiales para el futuro, como un líquido a base de madera endurecida o productos biodegradables que se pueden usar para estructuras temporales, pasando a mezclarse con la tierra al final de su vida útil.
La casa que construyen en los canales crece poco a poco a través del ensamblaje de piezas impresas in situ por KamerMaker. Hay quien opina que sería más práctico imprimirlas todas en otro lugar y luego trasladarlas pero, al fin y al cabo, se trata de un proyecto experimental que habrá que perfeccionar. Las piezas miden unos tres metros y medio cada una, tardando una semana en imprimirse. También salen de KamrMaker los muebles, que van integrados en la estructura.
¿Podría cambiar esta técnica el panorama de la construcción arquitectónica a corto o medio plazo? A lo mejor en pocos años tenemos que sustituir la castiza expresión «el ladrillo» por «la impresora». Claro que es ahorro de costes en personal promete ser tan grande que habrá que buscarle otra salida profesional a toda una generación de jóvenes.
Más información: 3D Print Canal House
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