Me encanta el café, si tuviera que elegir una bebida favorita sería esta por encima de otros brebajes. Habitualmente sigo a algunos bloguers que también son apasionados del café y, por que no decirlo, incluso fanáticos, siempre buscando formas diferentes y originales de prepararlo. Mi desayuno favorito es el café con pizza fría, aunque tengo pocas oportunidades de degustarlo, claro.
Pero también me gusta, siempre que viajo, probar cosas nuevas, acudir a los cafés famosos y disfrutar un rato de tranquilidad frente a una buena taza.
He estado en el Café de la Paix, situado en el Bulevar de los Capuchinos de París, quizá uno de los más famosos de la ciudad. Desde 1862 y situado en un edificio construído por Garnier, el mismo que diseñó la Ópera, ha sido testigo de la historia desde entonces. Solo por eso ya merece la pena sentarse un rato en la terraza para disfrutar del magnífico espectáculo de París.
También en el Café Gijón de Madrid, en el Paseo de Recoletos. Tan sólo tiene un par de décadas más que el parisino. No es tan glamuroso pero aquí lo importante es el significado que le das a la visita. Y es que la cultura rezuma en cada rincón.
Y en el Greco de Roma, situado en la Vía Condotti, con sus estrechos pasillos repletos de mesas. Quizá es el más antiguo de los tres, pues dicen que abrió sus puertas en 1760 y por allí pasaron nada menos que Goethe o Wagner.
Me faltan muchos, como por ejemplo el Café Florian de Venecia, el más antiguo de todos, que se remonta a 1720.
Todo esto viene a cuento porque gracias a Tassimo acabo de probar una de sus famosas máquinas de cápsulas, algo que no había tenido el gusto de disfrutar hasta ahora. Y me ha hecho reflexionar sobre como hay cosas, por ejemplo el simple acto de tomarse un buen café, que pueden servir para transportarte con la imaginación y los recuerdos, a sitios en los que una vez fuiste feliz.
Y cómo todos esos momentos se pueden revivir frente a una buena taza de café preparada con el sistema que emplean las máquinas Tassimo: un solo botón y códigos de barras en las cápsulas que hacen que la máquina sepa cual es la cantidad de agua y la presión exacta para cada tipo de café.
Por cierto que no sólo sirven para hacer café, también otros preparados como chocolates o te. Incluso hay un preparado de leche con oreo que creo que es nuevo y del que mis hijos ya han dado buena cuenta.
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