Imagen: Родион Журавлёв en Pixabay

No es la primera vez que hablamos aquí de impactos de meteorito. Bueno, ni aquí ni en otros sitios, porque el tema es de rabiosa actualidad a raíz de los planes, por ahora meramente teóricos, para detectar y desviar o destruir asteroides asesinos, cuyo impacto podría destruir la vida en la Tierra.

Lo cierto es que la mayoría de los asteroides que viajan en rumbo de colisión con nuestro planeta y que, efectivamente, chocan, nos pasan casi completamente desapercibidos. Digo casi porque depende del tamaño que tuvieran antes de deshacerse en la atmósfera. Evidentemente, de los pequeños ni nos enteramos. Pero los que tienen un poco más de volumen dejan su huella.

Y no me refiero sólo al cráter que forman al caer si consiguen pasar, sino también al registro del estallido si saltan en pedazos. El caso es que una red global de estaciones de infrasonido, originalmente encargada de detectar rastros de explosiones atómicas, registró nada menos que veintiséis grandes incidentes de ese tipo entre los años 2000 y 2013.

La mayoría de ellos ocurrieron fuera de nuestra atmósfera, como decía antes, demasiado lejos como para que supongan un peligro. Ed Lu, astronauta de la NASA encargado de la supervisión de la B612 Foundation, dedicada a la caza de asteroides, explica que uno que sea lo suficientemente grande como para destruir una ciudad, por ejemplo, sólo se da una vez al siglo, más o menos.

Pero eso no significa que no abunden los otros, como insiste Lu: «Existe la creencia popular de que los impactos de asteroides son extraordinariamente raros – millones de años para los grandes- y eso es incorrecto. Verlos en un mapa, en un globo terráqueo cada uno con su fecha, ayudará a entenderlo mejor».

Y ese mapa ha sido elaborado por la fundación (que recibe su nombre del planeta ficticio que sale en El principito) con los datos recogidos por la citada red global a través de sus microbarómetros: éstos miden los minúsculos cambios en la presión del aire que se producen en una frecuencia mucho menor que la que puede detectar el oído humano. Aunque su finalidad principal es el trabajo para la Nuclear Test Ban Treaty Organization (Organización del Tratado de Prohibición de Armas Nucleares), ahora ha encontrado una nueva utilidad.

La B612 planea lanzar al espacio en 2018 un telescopio con el objetivo de descubrir asteroides que sean potencialmente peligrosos para nuestro planeta, como el que cayó el año pasado en Chelyabinsk (Rusia) y fue captado por cámaras de vídeoaficionados; ese incidente tuvo una fuerza de seiscientos kilotones, un poder bastante mayor que los «modestos» quince kilotones de la bomba de Hiroshima, así que imaginemos el efecto que causaría uno de más tamaño.

El telescopio se llamará Sentinel (Centinela), un nombre muy acertado y además con ecos de 2001. Una odisea del espacio (el cuento original se titulaba The sentinel). Durante cinco años tendrá capacidad para detectar el 90% de los asteroides que rebasen los ciento cuarenta metros de diámetro y el 50% de los que midan cuarenta metros. Aclaremos que éstos ya tienen poder destructor para acabar con una ciudad. Y, si no, piensen en un bloque de apartamentos volando hacia ella a Mach 50, como gráfica y espeluznantemente sugiere Ed Lu.

Vía: News Discovery

  • Compártelo en:

Descubre más desde La Brújula Verde

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Something went wrong. Please refresh the page and/or try again.