El conflicto que se desató el año recién terminado entre Occidente e Irán por el tema de las centrales nucleares de este país parece haberse encaminado hacia una solución pactada. Atrás quedan las acusaciones de que el objetivo era fabricar armas atómicas, frente la a la explicación oficial de que sólo se pretendía garantizar el desarrollo nacional de la energía nuclear con fines de suministro.
El caso es que ese pulso coincidió en el tiempo con una insólita propuesta abanderada por el exministro sueco de Exteriores e inspector de armas de Naciones Unidas, Hans Blix, de impulsar los ensayos con torio como futura alternativa al uranio y el plutonio: «Soy abogado, no científico, pero en mi opinión podríamos intentar mejorar el uso del torio. Me he dado cuenta de que hay muchos obstáculos para ello, pero los beneficios serían aún mayores».
El torio es un elemento químico que se encuentra en estado natural en los minerales monacita, torita y torianita. Se trata de un metal blando que, al calentarse, arde y produce una luz blanca, dado que es radiactivo. De ahí sus múltiples usos para la iluminación pero, sobre todo, como posible fuente de energía para las centrales nucleares. Encima es tres veces más abundante que el uranio.
Las ventajas a las que alude Blix son su mayor seguridad y que los residuos duran mucho menos. Hay una tercera baza: con torio no se pueden fabricar bombas atómicas. «Factores a tener en cuenta de cara al futuro suministro energético», en sus palabras. Un entusiasmo que comparte el stablishment nuclear británico: los científicos del NNL (UK’s National Nuclear Laboratory) han alentado a su gobierno a impulsar la investigación en un reactor indio basado en torio y en unos ensayos que se hacen en Noruega, en el OECD.
La India tiene las mayores yacimientos mundiales de torio, así que no es extraño que en ese país se esté intentando desarrollar, con ayuda del NNL, una central en la que ese elemento sirve de combustible a la vez que el uranio y el plutonio. En cuanto a Noruega, se están llevando a cabo un programa de ensayos en una planta subterránea, los desarrolla una empresa privada llamada Thor Energy, cuyo nombre de dios de la mitología nórdica se aplicó también al elemento porque fue descubierto precisamente en ese país, en 1828, por Jöns Jakob Benzellius (aunque no se supo que era radiactivo hasta los trabajos de los esposos Curie).
Los trabajos de Thor Energy se orientan a utilizar el torio como combustible frío. Cuando un reactor se calienta en exceso y las varillas no pueden evitar la reacción en cadena, como pasó en Fukushima, es cuando empiezan los problemas en una central nuclear. Pero si el reactor fuera de torio no pasaría nada porque bastaría cortar el suministro para que se detuviera toda actividad. «El torio es capaz de apagarse solo sin intervención humana -explica el profesor Carlo Rubbia, miembro del CERN- Basta con desconectarlo. No produce residuos de larga duración y estimamos que tras 400 o 500 años la radioactividad habría desaparecido».
No todo son ventajas, claro, o ya sería una realidad. Todavía faltan décadas para salvar las dificultades tecnológicas. Y aunque muchos países han estado experimentando, como EEUU, China, Canadá, Alemania, Reino Unido, Países Bajos o India, también están las voces de científicos que creen que lanzarse en esa dirección distraería de la necesidad de luchar contra las emisiones contaminantes y el cambio climático, decantándose más bien por las energías renovables. El futuro dirá, como siempre.
Vía: BBC
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