A unos pocos kilómetros de la costa de Takehara en Japón, hay una isla que tiene un oscuro pasado pero que en los últimos tiempos se ha hecho famosa porque en ella campan a sus anchas cientos de conejos.
Okunoshima, que así se llama la isla, ya ha sido rebautizada como la Isla de los Conejos. Tiene tan sólo una circunferencia de 4 kilómetros, pero atráe a miles de turistas al año que acuden principalmente a ver y alimentar a los conejitos. Es como un auténtico zoo gigantesco, donde a la que te descuidas puedes verte, como la chica del video, avasallado por una jauría de roedores. Eso sí, roedores adorables.
Sin embargo, como deciamos, Okunoshima no siempre fue el paraíso que es ahora. Durante 16 años fue omitida en los mapas porque allí se ubicaban fábricas de gases venenosos, que luego se empleaban en la guerra contra China.
Precisamente los conejos parece que fueron llevados allí para probar en ellos los efectos del veneno. Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial, los trabajadores abandonaron las fábricas y los liberaron. Otras fuentes aseguran que todo empezó cuando un grupo de escolares llevó ocho animalitos en una excursión a la isla en 1971.
Como no existen predadores en la isla los conejos se reprodujeron rápidamente y sin problemas, hasta alcanzar la cifra actual de unos 300. Poco a poco se fueron acostumbrando a la presencia humana, y hoy se acercan sin ningún reparo a buscar alimento.
En la isla hay un hotel, el Kyukamura Okunoshima Hotel, que además vende alimentos para los conejitos. Negocio redondo. También hay un museo sobre su oscuro pasado, dedicado a los gases venenosos.
No obstante todavía acechan peligros. En 2005 se detectó en el agua de la isla una concentración de arsénico 49 veces mayor de la normal. Por ello hay hasta once lugares cerrados al acceso público, incluyendo aquellos en los que se cree todavía existe gas enterrado.
Descubre más desde La Brújula Verde
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.