Pasajero comio gratis sala VIP casi año entero

Siempre que planeo a hacer un viaje de larga distancia en avión, especialmente si implica dormir a bordo, me juro a mí mismo que voy a reservar en Business, por aquello de que los asientos son totalmente abatibles. Al final nunca lo hago, pero una de las últimas veces volé con un amigo que tiene la tarjeta Iberia Plus y antes de embarcar me invitó a sustituir la incómoda sala de espera acompañándole a la Sala VIP.

Evidentemente, no hay color. En lugar de las sillas duras en serie había confortables y mullidas butacas, gozaba de conexión Wi-Fi, podía leer toda la prensa del día y comer en un pequeño buffet. Y a esto último quería llegar precisamente. Si uno se abona a un programa de fidelización de alguna aerolínea y saca un pasaje ¿podría, en teoría, entrar en la Sala VIP cuantas veces quisiera y ponerse como el quico?

Pues, por lo visto, sí, siempre que se tenga un rostro a prueba de bomba y se sea consciente de que tarde o temprano la empresa se percatará y le pondrá punto final al asunto. Pero mientras, la gran vida. La que se pegó un pasajero chino a costa de China Eastern Airlines en la sala VIP que esta compañía tiene en el Aeropuerto de Shaanxi, en China.

Lo de pasajero es un decir porque el tipo, aunque tenía billete, nunca lo llegó a utilizar: como uno de los privilegios de la clase Business es poder cambiar la fecha del vuelo gratuitamente, el chino se lo tomó al pie de la letra. Hecha la ley, hecha la trampa, y cada día acudía al aeropuerto para retrasar dicha fecha, aprovechando para quedarse a comer en la sala VIP. Así se tiró más de diez meses, desde enero de 2013.

Al cabo de ese tiempo, la aerolínea se percató, poniéndole fin a la partida. O no del todo, porque al osado pícaro aún le quedaba la jugada culminante, el gol de oro, la canasta en el último segundo: se fue hasta el mostrador y devolvió el billete -otra prerrogativa de la Business-, exigiendo el reintegro del importe. En sentido estricto no había nada ilegal en su conducta, así que China Eastern tuvo que concederle esa postrera genialidad, o desfachatez, o las dos cosas a un tiempo.

El caso es que ahora las líneas aéreas tendrán que añadir alguna puntualización a las condiciones de sus tarjetas de las clases superiores para evitar que el virus se contagie (más de uno habrá tomado nota ya). Y todo por un ciudadano chino cuya identidad no se ha dado a conocer, seguramente para que encima no les ponga una demanda, visto lo visto. Menudo dúo haría con el intérprete aquél del funeral de Mandela.

Foto: Haley 1029 en Wikimedia

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