Hagan memoria geográfica o sitúense frente a un mapa del sur de Asia, acotando la zona donde se ubica la India. En la punta sureste de ese enorme país, en el golfo de Bengala, hay una gran isla que a lo largo de su historia recibió múltiples nombres hasta que pareció que alcanzaba el definitivo en tiempos coloniales, cuando se conocía como Ceilán. Luego volvería a las andadas para pasar a ser Sri Lanka.

Pese a su cercanía a la India (tanta que se la conoce como la Lágrima de la India, en parte también por su característica forma), Sri Lanka es un país independiente con capital en Colombo.

Sin embargo, ambos territorios están unidos aunque no lo parezca a simple vista. Pinchen en Google Maps si quieren y agranden la imagen todo lo que puedan, que no lo verán. Se aprecia más fácilmente en las fotos por satélite.

Adam’s Bridge desde el aire / foto Planemad en Wikimedia Commons

Pero hay un punto de unión y recibe el nombre de Adam’s Bridge, el Puente de Adam (o Adán), al que también se conoce en las lenguas locales como Rama Setu (Puente de Rama). No es una construcción humana sino una cadena de arrecifes y bancos de arena que se extiende desde la isla Mannar, en el golfo homónimo, pegada a Sri Lanka, hasta la de Rameshwaram, que parece un apéndice de la costa suroriental de Tamil Nadu, en el subcontinente indio, al que se une mediante una carretera.

Esos accidentes geológicos tan seguidos constituyen prácticamente un istmo, puesto que las aguas apenas tienen profundidad -entre uno y diez metros- y en muchas zonas los bancos de arena incluso afloran sobre la superficie. El resultado es una especie de puente natural -de ahí el nombre- que alcanza una longitud de una treintena de kilómetros por un ancho máximo de dieciocho metros, separando el golfo de Mannar del estrecho de Palk.

Foto dominio público en Wikimedia Commons

Según cuentan algunos documentos conservados en templos, hasta el siglo XV se podía atravesar a pie y sólo el efecto implacable de un fuerte tifón que azotó la zona en 1480 terminó barriendo la arena y haciendo que el Adam’s Bridge quedara parcialmente sumergido. Si se preguntan cuándo emergió, aunque algunos se remontan a la Prehistoria la mayoría de los científicos apunta a unos tres mil quinientos años atrás, época en la que el nivel del mar era más bajo que el actual.

Pero se trata de un paso natural, no construido por la mano del Hombre pese a lo que dicen algunos dispuestos a exprimir la leyenda de Rama, narrada en el Ramayana, quien habría hecho un puente para pasar con su ejército de India a Sri Lanka y destronar al demonio Ravana, para liberar a su esposa secuestrada.

Y puestos a citar mitos, cabe recordar el que da al sitio su nombre occidental: el puente unía el Jardín del Edén con el resto del mundo y por él salieron Adán y Eva cuando fueron expulsados por Dios, que luego lo sumergió para que no pudieran regresar.

Foto NASA en Wikimedia Commons

En fin, el caso es que, paradójicamente, sí que podría terminar siendo un puente de verdad si se lleva a cabo alguno de los proyectos que hay para ello, con vistas a establecer un tráfico rodado (camiones, automóviles, ferrocarril) que supla al marítimo, dado que por allí resulta peligroso navegar debido la escasa profundidad.


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