Es curioso que uno de los personajes más poderosos de la Historia no esté también en la lista de los mejor conocidos. Sin embargo es así: Octavio Augusto palidece ligeramente al lado de otras figuras, incluso algunas de su tiempo, como Marco Antonio, Cleopatra, Julio César y hasta Tiberio.
Para muchos sólo es el tipo que aparece en las estatuas con los ojos en blanco, vestido con coraza militar y levantando el brazo, o bien envuelto en una larga toga que le tapa hasta la cabeza. Pero resulta que él fue quien terminó con la caótica república romana para reconvertirla en un imperio que dominó el Mediterráneo y buena parte de Europa durante siglos.
¿Alguno de ustedes tiene pensado pasar sus vacaciones de Navidad en Roma? Pues puede aprender un poco más de esta historia visitando la Scuderia del Quirinale, donde hasta el 9 de febrero permanecerá abierta la exposición AVGVSTO. Está formada por doscientas piezas procedentes de museos de varios países (España entre ellos: Mérida, La Casa de Pilatos sevillana…) y en distintos formatos (estatuas, relieves, monedas, joyas, vasos, objetos variados) permiten retroceder en el tiempo dos milenios, los mismos que ahora hace de la muerte de aquel primer emperador.
Cayo Octavio Turino, tal era su verdadero nombre, era un joven de apariencia débil y que no parecía tener mucho futuro comparado con otrops como el nombrado Marco Antonio o el propio Bruto. Pero Julio César, tío de su madre, le adoptó y terminó convirtiéndose en heredero tras su asesinato. Octavio empezó su etapa politica en el llamado Segundo Triunvirato, en el que compartía poder con Marco Emilio Lépido y Marco Antonio. El primero no supo gestionar la ocasión; el segundo sí, pero para su desgracia se encontró con que el joven sobrino de César no era tan etéreo como esperaba.
Antonio se alió con Cleopatra y juntos se le enfrentaron en la batalla naval de Actium, donde la flota romana arrasó a la egipcia. La pareja se suicidó y Octavio quedó solo para asumir el poder. A partir de ahí, fue honrado por el Senado con el título de Augusto y empezó la etapa imperial; a pesar de que se mantuvieron las formas del equilibrio de poder, en la práctica Augusto tenía autoridad autocrática. Pero siempre fue lo suficientemente astuto como para conseguir lo que quería haciendo que los demás se lo pidieran, instituciones incluidas.
Así, Roma se expandió alcanzando el cénit de su extensión y Augusto impuso cuarenta años de pax romana (Pax Augusta, la llaman también), un período caracterizado por la práctica imbatibilidad militar (Teotoburgo aparte), prosperidad económica, auge cultural y artístico, y una rígida moralidad en la vida pública. Todos sus sucesores llevaron su nombre y hoy, se ha aplicado a un mes del calendario.
De hecho, si se cansan de ver la muestra basta con dar un paseo por la ciudad y ver parte del legado monumental que dejó y que aún se conserva: el Foro, el Ara Pacis, el templo de Apolo sosiano, el teatro Marcelo, su mausoleo, su casa en el Palatino, la de su tercera esposa (Livia, madre de su sucesor Tiberio), el Panteón de Agripa…
Más información: AVGVSTO
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