No voy a negar que si a Tim Burton se le ocurriera pasar unas vacaciones en España correría a ver el Museo del Prado, la arquitectura modernista de Barcelona y, no sé, quizá la Alhambra. Es lo que dicen los cánones, especialmente para turistas anglosajones. Sin embargo, hay un rincón en la localidad navarra de Estella-Lizarra donde se sentiría como en casa: el Parque de los Desvelados.

Situado a un par de kilómetros del pueblo, es un entorno al aire libre rodeado de naturaleza que el artista Luis García Vidal (en la foto) quiso transformar en un rincón especial en el que reflexionar sobre la actualidad con un marcado tono metafórico, con alusiones concretas a la muerte, sobre todo desde que su hermano murió por un cáncer y él mismo fue víctima de un accidente de tráfico.

Por eso el parque está sembrado de peculiares calaveras esculpidas en los más variados materiales, desde la roca misma hasta madera y telas, además de aderezadas con pintura para resaltar el color blanquecino y la oscuridad de las enormes cuencas de los ojos que presentan. Unas se hallan a ras de suelo, como brotando de debajo de la tierra y otros se alzan sobre pedestales; también las hay sujetas a muros de piedra y asentadas en montículos. Todas fabricados con malla y zumaque (ramas de arbusto)

Los cráneos está acompañados de otras esculturas menos retóricas pero que son igual o más siniestras: automóviles accidentados y un cochecito de bebé con la espeluznante divisa Cuando sea mayor seré futbolista, si el destino quiere. De nuevo esa alusión a la muerte que Luis consideraba algo natural y quería mostrar para que se le perdiera el miedo.

De hecho las calaveras no son tan temibles; concebidas de forma caricaturesca, con formas muy estilizadas, casi resultan simpáticas en comparación, acaso por por su gran tamaño, y parecen salidas del lápiz del mencionado Tim Burton. En realidad no es un tema que el autor, García Vidal quiero decir, haya tratado exclusivamente en Estella: también hay cráneos de su firma en otros sitios, como La Rioja.

Una labor que en Navarra le ocupó varias décadas (desde 1971) y sin contar prácticamente con apoyos. Es más, cada poco se veía obligado a restaurar los estropicios que causaban algunos visitantes poco cuidadosos o la naturaleza misma, pues ninguna autoridad puso nunca interés en colaborar. Si se desbrozara un poco el lugar se podría ver el verdadero tamaño de las esculturas, mucho mayores de lo que aparentan. Si es que aún existen, pues el deterioro ha consumido a la mayoría.

Luis falleció en 2008; paradójicamente, su cadáver fue encontrado en el parque, con las calaveras que habían brotado de su imaginación velando su cuerpo.

Foto 1: Javier Hermoso de Mendoza en Wikimedia


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