En España podemos presumir de tener fiestas muy raras, estrambóticas incluso, pero por ahí fuera tampoco andan cortos. Especialmente en las islas británicas, donde Inglaterra ejerce un liderazgo indiscutible de idiosincrasia digamos peculiar, pero donde Irlanda tampoco se queda atrás.
Digo esto porque dentro de unos días (del 26 al 29) dará comienzo el Festival Internacional de la Ostra y el Marisco de Galway, que se celebra siempre a finales de septiembre en la ciudad homónima, en la costa oeste de la isla. Es un sitio que guarda bastante relación con la Historia de España (porque allí iban a pescar nuestros barcos de antaño y por aquellas alianzas contra Inglaterra en el siglo XVI), hasta el punto de que allí aún hay rincones con nombres como Spanish Parade y algún viajero extranjero de época dijo que la cualidad principal de los habitantes de Galway era la soberbia típica de los españoles.
En fin, de todas formas no se nos puede echar la culpa de haber dejado una herencia raruna en las fiestas, ya que el Galway Oyster & Seafood Festival es una creación reciente, ideada por el hostelero Brian Collins hace más de medio siglo (en 1954) para prolongar un poco la temporada de vacaciones atrayendo a un tipo de turista más adinerado de lo normal. Porque las ostras, ya lo sabemos, no son precisamente baratas.
De hecho, el momento álgido del evento es el Baile de gala, al que hay que asistir de etiqueta para estar acorde con el menú, el champán y el espectáculo. Pero un par de días antes se desarrolla el Campeonato de Irlanda de Apertura de Ostras, con participación de profesionales llegados de todos los rincones de Irlanda dispuestos a dejarse la piel de las manos en el proceso de abrir los moluscos en el menor tiempo; el récord se estableció en 1977: 30 ostras en minuto y medio.
El premio para el vencedor es el derecho a representar al país en el Campeonato del Mundo, que tiene lugar dos días más tarde. Pero quienes de verdad lo pasan bien son los asistentes, que ese día pueden degustar ostras a montones gratuitamente. Suelen servirlas mujeres ataviadas con trajes tradicionales. Las jornadas siguientes hay que aligerarse el bolsillo, por ejemplo con el Guinness Oyster Trail, que combina moluscos y cerveza negra en un tour por decenas de pubs.
El sábado (siempre cae en fin de semana) es el día de la inauguración oficial del evento, que se lleva a cabo con la entrega al alcalde de la primera ostra de la temporada. Inmediatamente después hay una estrambótica parada de coches antiguos, carrozas y bandas de música en dirección a la Carpa de la Ostra, que acoge la celebración de la mencionada competición mundial.
Todo termina, tras el baile de gala, en una calle del muelle llamada Nimmo’s Pier. Allí se reúnen musicos y público, frente al mar, como si quisieran despedir a los familiares de las ostras que acaban de devorar. Nadie repara en gastos a la hora de gastarse el dinero en esa exquisitez pero Irlanda es así porque este mismo mes se celebran otros dos festivales similares en Hillsborough y Clarenbridge, a cual más pintoresco.
En el primero, a principios de septiembre, se registró el récord Guinness de ostras comidas en menos tiempo, 233 en 3 minutos, mientras se elegía una Miss Oyster Perl. El segundo empieza la semana siguiente y el ciclo culmina en Galway.
Más información: Galway Oyster & Seafood Festival
Foto: David Monniaux en Wikimedia
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