Estamos acostumbrados a ver cimas de montes y colinas coronadas por una cruz o una estatua de Jesucristo. Alguna de ellas incluso se ha hecho famosa y convertido en icono de la localidad donde se halla, caso del inconfundible Cristo Redentor de Río de Janeiro, al que además dieron categoría de Patrimonio de la Humanidad en una polémica elección. Sin embargo a casi nadie se le pasaría por la cabeza poner una figura de Cristo en un lugar donde nadie la viera ¿no?
Pues resulta que sí, por eso he dicho casi. El buzo Duilio Marcante tuvo la original idea de hacer eso precisamente en el mismo lugar donde en 1950 falleció el célebre Dario Gonzatti (un pionero del submarinismo italiano), en la bahía de San Fruttuoso, bajo el mar de Liguria, frente a la costa de Camogli y Portofino (golfo de Génova). Fue el 22 de agosto de 1954 cuando la estatua, bautizada como Cristo degli Abissi (Cristo del Abismo), quedó aposentada a 17 metros de profundidad tras el correspondiente traslado hasta allí en una embarcación de la Marina italiana y el posterior descenso submarino a manos de varios buceadores.
No se trata de un Ecce Homo ni de un crucificado sino de un Cristo orante que abre sus brazos alzándolos hacia arriba, como si quisiera acoger a los quew se zambullen. Realizado por el escultor Guido Galletti con el bronce fundido de varios objetos navales (hélices, campanas, medallas, etc), mide 2,50 metros de altura y pesa 260 kilos. Tras el fallecimiento de Marcante se añadió una placa a los pies de la estatua, recordándole.
Como suele ocurrir, el paso del tiempo y el medio agresivo en que se encuentra fueron deteriorando la obra, por lo que en 2003 fue sacada para proceder a su restauración. Se subsanó la corrosión, se limpió de la capa de crutáceos que establecida sobre ella y se repuso la mano que había roto un ancla al golpearla. El 17 de julio de 2004 volvió al silencioso mundo subacuático, en un lugar diferente y a menor profundidad (2 metros menos), porque se la dotó de un gran pedestal de piedra de 9 toneladas.
Por supuesto, hay que bucear para contemplar la figura, pero si alguien no es muy amigo de nadar bajo el agua puede ver una réplica en la iglesia de San Fruttuoso o el original de arcilla en el Museo Nacional de Actividades Subacuáticas de Marina di Ravena.
El Cristo del Abismo también tiene un gemelo en la isla caribeña de Granada. Fue un regalo de Costa Cruceros hecho en 1961 como agradecimiento a los pescadores y marinos en general que acudieron con sus embarcaciones casera al rescate de la tripulación y pasajeros (700 personas en total) del MV Bianca C, un barco de pasajeros que se hundió en aquella costa. Al principio fue sumergido en el puerto de St. George, como el italiano, pero luego se sacó y colocó en el muelle.
Ahora bien, la gracia está en ver al Cristo rodeado del azul intenso que contrasta con la policromía de los peces e iluminado por los tenues rayos de sol que se abren paso desde la superficie. Se puede hacer cada 15 de julio, cuando los lugareños realizan una procesión y le llevan una ofrenda floral; hasta Juan Pablo II bendijo la escultura en el año 2000. Y si no se puede ir a la Riviera italiana está la opción de hacerlo en otros sitios que también tienen copias, aparte de Granada: el lago Palü (Valamenco, Italia) y Cayo Largo (Florida, EEUU),
Foto: friki.net
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