hammam-Marrakech

De un tiempo a esta parte proliferan los hoteles, balnearios, spas e incluso cruceros que ofrecen un hammam entre sus servicios. Quien más quien menos sabe que eso es algún tipo de baño oriental pero sin ir mucho más allá porque los conocimientos enseguida se diluyen entre la lista de tratamientos, duchas, saunas, masajes y demás cosas que suelen componer la oferta. Así pues ¿qué es exactamente un hammam?

Efectivamente, se trata de un baño árabe o turco que tradicionalmente tenían las casas más pudientes. Digo tradicionalmente porque ahora se han extendido bastante por muchos hogares, igual que pasa aquí con las columnas y cabinas de hidromasaje. No obstante, la mayoría de los usuarios suelen acudir a los hammam públicos para tomar un baño de vapor y someterse a un gommage, una especie de exfoliación, a la par que pasar un rato de relajación.

Al igual que pasaba con la termas romanas, que fueron su origen y foco de difusión, el hammam servía de lugar de reunión para discutir de política o negocios. Después, paradójicamente, fue reintroducido en Europa durante la moda orientalista que desató el movimiento romántico de primeros y mediados del siglo XIX, fundamentalmente a través de la Gran Bretaña imperial. Lo cierto es que el concepto es universal, pues otras culturas tienen cosas parecidas, caso de los nórdicos con su sauna, los japoneses con su sopurando y los centroamericanos con su tezmalcal.

Uno de los mejores y más cercanos lugares para disfrutar de un hammam genuino es Marruecos. En Marrakech, por ejemplo, los hay para quienes limitarse a probar la experiencia en plan turístico, normalmente con instalaciones pertenecientes a hoteles de lujo, unos a buen precio y otros más caros que parecen sacados de las Mil y una noches . En la Plaza Jamaa el Fna hay montones de vendedores anunciándolos pero uno de los más conocidos es el suntuoso Bains de Marrakech, que ofrece salas privadas si se va en pareja.

Luego están los que prefieren una pátina de autenticidad recurriendo a los mismos locales que los nativos usan en los barrios. En tal caso conviene tener ojo clínico para elegir, so pena de encontrarse un lugar inmundo donde en vez de limpieza se corra riesgo de pillar alguna infección, ya que muchos de los usuarios carecen de cuarto de baño en su casa y por eso van al hammam.

Pero entre ambos extremos hay un amplio espectro para elegir, siendo conscientes siempre de que un hammam tradicional, pensado para marroquíes, no tendrá lujos: un vestuario, varias salas a diferentes temperaturas y el masajista; el resto, desde el jabón al guante de masaje pasando por la toalla, debe llevarlo uno mismo (se venden kits en los supermercados). Ah, y no se permite prescindir totalmente de la ropa. Tiene buena fama Les Bains Ziani.

De nuevo siguiendo el modelo romano, las mujeres pueden acudir pero en un horario distinto que suele ser por la tarde, quedando la mañana y el anochecer para los hombres, a no ser que el sitio disponga de secciones para ambos sexos. En cualquier caso totalmente separadas, claro, aunque últimamente empiezan a verse hammam exclusivos para ellas.

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