Este año no he podido encontrar la fecha exacta, pero en torno al próximo lunes debería empezar en México un evento mitad turístico mitad ecologista que se desarrollará durante una semana. Se trata de una nueva edición del Festival del Tiburón Ballena, que tiene lugar en uno de los sitios más visitados del estado de Quintana Roo: Isla Mujeres.
Isla Mujeres es un pequeño pedazo de tierra situado frente a la costa de Cancún, a sólo trece kilómetros mar adentro. Una distancia tan corta que permite la realización de numerosas visitas en minicruceros de un día, incrementando más que notablemente su habitual población de apenas 12.600 habitantes. Estas excursiones suelen incluir buceo con snorkel aprovechando las cristalinas aguas caribeñas, así como juegos a bordo, comida en la playa…
También un tiempo para visitar el pintoresco pueblo, donde, todo sea dicho, no hay gran cosa que ver salvo tiendas de souvenirs, puestos de artesanía y restaurantes porque lo verdaderamente interesante, una serie de estatuas precolombinas con formas femeninas que sus primitivos pobladores mayas dejaban allí en honor a la diosa Ixchel y que son las que usaron los españoles como referencia para bautizar el lugar, están en las zonas arqueológicas, fuera del casco urbano. Con el tiempo medido de este tipo de excursiones difícilmente da tiempo a verlas.
El año pasado, en la playa donde nos detuvimos para la comida, tuvimos ocasión de bañarnos con un pequeño tiburón que había sido encontrado arponeado pero vivo y al que una fundación estaba intentando recuperar (confío en que a estas alturas ya sea libre de nuevo). Para conseguir fondos, permitía a los curiosos bañarse un rato con él y tocarlo. Pero claro, ese animal de no más de metro y medio no tenía nada que ver con el protagonista del festival.
Porque el tiburón ballena es el pez más grande del mundo -hasta 18 metros- y resulta que a partir de mayo empieza a acercarse a esa zona del Caribe, dando origen así a la temporada de avistamiento, que se prolonga hasta septiembre. Se calcula que pueden llegar a pasar unos 1.400 ejemplares por Isla Mujeres y la costa del Yucatán en general, a cuyas cálidas aguas acuden en busca de plancton. Porque pese a ser tiburones, se alimentan, únicamente de algas, krill, minúsculos crustáceos y, ocasionalmente, de peces más grandes como sardinas o calamares.
En consecuencia, son animales tranquilos, carentes de peligro, lo que permite acercarse bastante para verlos e incluso nadar junto a ellos sin temor. Por estas fechas abundan las salidas en su busca y el festival no hace sino ensalzar la actividad con desfiles, bailes, concursos de disfraces, competiciones de esculturas de arena y deportes. O sea, un programa lúdico que se completa con otro más ecológico, a base de talleres didácticos, conferencias y excursiones para ver a los tiburones en vivo.
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