Desde que por primera vez alguien tuvo la idea, insólita, original y algo estrambótica, de aprovechar un avión retirado para instalar en él un negocio, la cosa no sólo se extendió sino que fue tirando por otras posibilidades similares. Y una de ellas, pariente de la anterior, es la de utilizar un helicóptero.
Sí, mientras aquí se tiende a mandarlo todo al desguace o dejarlo pudrirse -ahora se me vienen a la cabeza el portaaviones Príncipe de Asturias o el yate Azor-, en otros países saben encauzar viejas glorias y convertirlas en hoteles o restaurantes que, además, atraen turismo. Y eso es lo que han hecho en Morris (Connecticut) con un antiguo helicóptero del servicio de guardacostas de EEUU.
El hotel se llama Winvian, que es el nombre de la granja donde se ubica, acrónimo de los de sus antiguos dueños, Winthrop y Vivien Smith. Su hija Maggie y su nieta Heather decidieron darle un uso distinto al terreno y convocaron un concurso de arquitectura del que salieron 18 proyectos de chalets, todos diferentes entre sí, que se erigieron en las 46 hectáreas disponibles de Litchfield Hills, en torno al lago Beaver Pond.
Había -hay- una casa encaramada en la copa de un árbol, otra con el vestíbulo al aire libre, una con estructuras adinteladas en piedra, como si de una construcción megalítica se tratara… Pero de todas ellas la más sorprendente, sin duda, es Helicopter, un obsoleto aparato guardacostas que se recupero del olvido en el aeródromo para vehículos retirados de Arizona para reacondicionarlo por dentro y transformarlo en una inaudita habitación.
Bueno, por dentro y por fuera, porque la nave es algo así como la sala de estar, estando el dormitorio y el baño fuera pero todo bajo el mismo techo, en un pabellón erigido alrededor con aspecto exterior de simple granero.
Aclaremos que se trata de un helicóptero modelo Sikorsky de 1968, bastante grande y, por tanto, con espacio suficiente para acoger un sofá, pantalla gigante de plasma, mueble bar y algunas butacas (asientos del aparato), conservando tal cual la cabina. La cama está en un lateral del pabellón, con el fuselaje y las hélices justo delante, acaso para volar durante el sueño.
La dirección es 155 Alain White Road, cerca de la Ruta 63, a donde se accede por carreteras secundarias señalizadas. Eso sí, conviene ir con la cartera bien forrada, porque el precio con todo incluido es de 1.350 dólares (viernes-sábado), que son 950 si se escoge modalidad a la carta. Eso sí, hay una oferta de domingo a jueves por 699 dólares.
Más información: Hotel Winvian
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