Siempre me pareció discutible, cuando no directamente ofensivo, leer determinados artículos de viajes en los que el autor dice tener dudas sobre si escribir acerca de ciertos destinos que conoce y permanecen más o menos vírgenes, por miedo a que lleguen las hordas de turistas y los estropeen. Pero lo cierto es que hoy me veo en una tesitura similar. Y para ser coherente les voy a descubrir un rincón del mundo que, aunque no ignoto, aún está lejos de la masificación: Lamu.
Lamu es un pequeño archipiélago situado en el océano Índico, frente a la costa de Kenia. Un lugar perfecto para escaparse unos días o concluir un tour de safaris por el país si lo que se quiere es un rincón tranquilo: nada de fiestas, discotecas ni actividades similares; únicamente sol, playa, alguna que otra excursión y la posibilidad de conocer la cultura swahili.

El término swahili hace referencia a ese sincretismo entre el sustrato indígena local y su adopción de la religión islámica, derivado de cuando los musulmanes frecuentaban esas costas en busca de esclavos desde el siglo XII. De ahí que, por ejemplo, en la capital Lamu Town se pueda contar una treintena de mezquitas pese a ser poco más que un pueblo grande (diez mil habitantes).
Un pueblo encantador, eso sí, donde también se aprecia el swahilismo en el trazado laberíntico, con callejones muy estrechos por los que apenas caben dos personas, para mantener a los viandantes a salvo del sol. De hecho, Lamu Town forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO por conservar perfectamente esas características urbanas; hasta los hoteles son casas tradicionales restauradas, con las habitaciones en torno a patios, paredes de estuco, terrazas provistas de hamacas, mayordomos y las típicas puertas labradas en madera que constituyen el signo distintivo artístico del lugar.

La ciudad se asoma a un puerto cuyas barcas -con nombres y banderas de equipos de fútbol- y dhows -falúas tardicionales de vela latina- sirven de medio de transporte al no haber carreteras ni, por tanto, coches. Quien desee desplazarse por tierra ha de hacerlo a pie o bien recurrir a la tracción animal, sea en camello, o, sobre todo, en burro, especie autóctona muy numerosa (uno por cada tres habitantes) y protegida (hay un santuario-reserva allí mismo).
Un paseo por Lamu Town te descubre pintorescas visiones como un antiguo fuerte-prisión, el ajetreo del zoco lleno de puestos de fruta y especias, mujeres con negro niqab y hombres con kikoi (un faldón de colores), altísimos masai vendiendo bisutería, la eventual llamada a la oración por los altavoces y un muy reducido puñado de turistas. También playas inacabables y las exclusivas mansiones que se han hecho construir algunos famosos, como Carolina de Mónaco o Mick Jagger.

El archipiélago está compuesto por tres islas, que son Lamu, Pate y Manda, ubicándose en esta última el primitivo aeródromo. Todas son de suelo bastante arenoso, y atravesadas por montones de canales y brazos de agua rodeados de manglares que garantizan la posibilidad de hacer plácidas excursiones y paseos en dhow.
Así que ya saben. Si quieren disfrutar todo lo que ofrece ese semidesconocido rincón africano como alternativa a otros más populares, caso de Zanzíbar o Seychelles, no se arrepentirán. Pero háganlo discretamente, sin levantar la liebre.
Más información: lamu.org
Foto: JAF en El viajero incidental
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