El próximo jueves es Dos de Mayo, una fecha que en España, y muy especialmente en Madrid, va ligada a un acontecimiento de nuestra Historia Contemporánea: la sublevación del pueblo madrileño contra la invasión francesa y el inicio de la Guerra de la Independencia.
Es una buena fecha para visitar la capital y conocer de primera mano algunos lugares donde ocurrieron los acontecimientos más relevantes (y aprovechar porque algunos sólo abren este día) y asistir a la ceremonia oficial en memoria de los caídos, llevada a cabo con los vistosos uniformes de la época.
El primer sitio que habría que ver es el Palacio Real, donde empezó todo cuando los franceses se disponían a trasladar a los miembros de la Familia Real que aún no estaban en Bayona. Fue la chispa que disparó el levantamiento, en plena Plaza de Oriente, hoy llena de turistas haciendo cola para entrar al edificio y artistas callejeros.
La multitud huyó de los cañones galos, que disparaban a quemarropa con metralla, y llegó a la Puerta del Sol, donde tuvo lugar una dramática lucha entre manolos, chisperos y majas por un lado, y la caballería gala por otro. Con el aspecto que presenta hoy la plaza, la represión hubiera sido más fácil pero entonces había una isleta con edificios en medio (se derribó en la segunda mitad del siglo XIX pero puede apreciarse en la parte izquierda de la pintura) y, por tanto, menos espacio para los escuadrones.
Goya inmortalizó el choque con su famosa Carga de los mamelucos, aunque también había dragones y otros cuerpos militares, todos ellos convergiendo desde por Alcalá y la Carrera de San Jerónimo, ya que el acuartelamiento francés estaba en el Buen Retiro (donde terminaron talando casi todos los árboles).
Los enfrentamientos se extendieron a la Puerta de Toledo, donde los coraceros tuvieron que atravesar una barricada, la Plaza de Santo Domingo y en general casi todas las calles de Madrid. Pero, sobre todo al Parque de Artillería de Monteleón, donde se atrincheraron ciudadanos y algunos soldados a la desesperada. Actualmente es una recoleta plaza llena de estudiantes y del cuartel sólo queda el arco de entrada, frente al que se ha erigido unas estatuas en memoria de Daoíz y Velarde, los dos militares que se pusieron al frente. Originalmente blandían espadas pero siempre acababan robadas, así que dejaron de reponerse.
Los supervivientes de la matanza con que acabó todo fueron encarcelados, pero esa misma madrugada se les pasó por las armas en diversos sitios como la iglesia del Buen Suceso y la Casa de Correos (ambas en la Puerta del Sol), la Casa de Campo, las puertas de Segovia y Santa Bárbara, junto al convento de los Jerónimos, el Buen Retiro y muy especialmente la Montaña del Príncipe Pío, en la Moncloa, que plasmó de nuevo Goya en sus Fusilamientos del Tres de Mayo.
Esa montaña, más bien una colina, es donde ahora se puede ver el Templo de Debod aunque también se ha colocado un pequeño monumento en la zona ajardinada exterior. También hay uno en la Plaza de la Lealtad, frente al Hotel Ritz: un obelisco bajo el que descansan los cuerpos de Daoíz y Velarde velados por un fuego eterno y donde el día 2 habrá un acto ceremonial de homenaje.
Ese día también se abrirá, la única vez en todo el año, el minúsculo Cementerio de la Florida, en el que yacen 37 de los muertos, está detrás de la ermita de San Antonio de la Florida, al otro lado de las vías férreas.
Por último, se puede recomendar un paeo por Malasaña, tan de moda, en cuyas calles dice la tradición que fue asesinada por los franceses una modista, Manuela Malasaña, por llevar unas simples tijeras que prohibía el bando dictado de Murat. En ese barrio está el Museo de Historia de Madrid (originalmente Real Hospicio de San Fernando, en la calle Fuencarral 76), donde se exhiben dos cosas muy curiosas: una gigantesca maqueta de la ciudad tal como era entonces y otro cuadro de Goya titulado Alegoría de la villa de Madrid en el que un óvalo fue pintado y repintado varias veces, unas con los rostros de José Bonaparte y Fernando VII, y otras con la palabra Constitución hasta que en 1872 le pusieron Dos de Mayo definitivamente.
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