La ciencia de materiales no para de sorprendernos con nuevos materiales hasta ahora desconocidos, incluso se podría decir que más cercanos a la ciencia-ficción. Hace unos días os hablamos de un descubrimiento paralelo del rey de los nanomateriales, el grafeno, que gracias a su multitud de propiedades parece tener una posición predominante en este mercado, o por lo menos es el más publicitado. Hasta ahora, ya que un nuevo competidor a saltado a escena, la nanocelulosa cristalina.
Al igual que el grafeno, la nanocelulosa cristalina posee increíbles cualidades, ocho veces más resistente que el acero, más rígida que el kevlar, transparente, ligera, conduce la electricidad, vamos, lo tiene que tener todo nuevo material para ser milagroso.
El término celulosa nanocristalina se utilizó por primera vez a finales de 1970 por Turbak, Snyder y Sandberg en los laboratorios ITT Rayonier en Whippany, Nueva Jersey (EE.UU.). Se obtiene procesando pulpa de celulosa común, el polímero orgánico más abundante de la Tierra, por lo que muchos lo ven como una opción más ecológica y asequible que el famoso grafeno. La celulosa se encuentra en multitud de fibras vegetales como los troncos y las ramas de los árboles, y no es necesario talar ninguno ya que se pueden usar los restos de podas, fábricas de muebles, limpieza de bosques, etc.
La producción de este material se puede realizar mediante la compresión de celulosa o con el cultivo de grandes tanques de bacterias. Pero en la naturaleza existen muy pocos organismos capaces de sintetizar y secretar celulosa, por eso, a pesar de que la materia prima es abundante su producción en masa todavía no ha crecido. Algo que puede cambiar tras el anuncio por parte de científicos estadounidenses sobre un nuevo método para producir nanocelulosa utilizando algas genéticamente modificadas.
El investigador Malcom Brown, profesor de biología de la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos, explica que en el nuevo proceso se utilizaría un alga que ya es capaz de generar nanocelulosa naturalmente en pequeñas cantidades. La intención es introducir genes de bacterias que se usan para producir vinagre, éstas solo necesitan luz solar y agua para alimentarse, por lo que si logran todos los pasos se podría producir nanocelulosa abundantemente y de forma barata.
Lamentablemente el desarrollo de esto nuevos materiales va más despacio de lo que todos deseamos, y Brown y sus colegas no cree que su método pueda ser utilizado de forma masiva hasta dentro de cinco o diez años. Aun así, un nuevo material se abre camino y podrá ser utilizada en un futuro en campos tan diversos como la medicina, la electrónica, o la producción de biocombustibles.
Vía: BBC
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