De un tiempo a esta parte parece haber quedado en cierto segundo plano el espinoso asunto del cambio climático y el preocupante futuro que le espera al planeta si no hay marcha atrás, tan reiteradamente advertido por la ciencia en ese papel de Cassandra, el personaje de la mitología clásica que tenía la capacidad de ver lo que iba a pasar pero tenía la maldición de que nadie le hiciera caso.
Estos días fueron varios las entidades científicas las que recordaron diversas cuestiones al respecto. Una de ellas, el Instituto Niels Bohr de la Universidad de Copenhague, acaba de publicar un artículo en la revista Proceedings of the National Academy of Science que la subida de la temperatura de la Tierra puede suponer un caos porque provocará un incremento de los ciclones y tormentas tropicales.
Los ciclones tropicales se forman sobre superficies del océano que tengan aire caliente y, en consecuencia, fuerte evaporación. Generalmente, eso ocurre en el Atlántico y avanzan hacia el golfo de México y la costa este de EEUU, a menudo, si adquieren suficiente fuerza, convertidos en huracanes. Es lógico deducir que con más calor aumenten de frecuencia.
El estudio mencionado calcula que la subida de un grado multiplicará por cuatro esos fenómenos; si son dos grados, habrá diez veces más. «Esto significa que habrá un aumento de las tormentas de la magnitud del ‘Katrina’ cada dos años» explica el científico Aslak Grinsted, autor del artículo. Recordemos que el Katrina fue una de las mayores catástrofes naturales de la historia del país, si no la más grande. Un caso así combinado con el ascenso del nivel del mar por la fusión de parte de los casquetes polares deja un escenario temible.
Y no se limita a América. Otro estudio, esta vez realizado por Reindert Haarsma y sus colegas del Royal Netherlands Meteorological Institute, acerca el desastre a nuestras costas. Haarsma ha desarrollado un modelo climático para el final del siglo XXI, entre los años 2094 y 2098, asumiendo un futuro en el que las emisiones de gases de efecto invernadero habrán reducido su porcentaje actual por las medidas adoptadas ad hoc y la generalización de los hogares verdes.
Aún así, encontró que muchas tormentas tropicales derivarán su rumbo hacia Europa, donde se reconvertirán en un peligroso híbrido de huracán y tormenta invernal que aúna la fuerza del primero con los vientos fríos de la segunda. Y en el cálculo de frecuencias concuerda bastante con el trabajo de Grinsted: el modelo climático predice que, en el golfo de Vizcaya, el número de huracanes se incrementará en proporción de uno a seis.
Nos coge bastante cerca y lo sufrirán nuestros hijos.
Vía: NewScientist
Foto: NASA
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