En toda película que transcurre en un desierto los guionistas suelen utilizar el recurso de los espejismos, esta ilusión óptica suele provocar momentos graciosos para el espectador ajeno, sobre todo cuando piensan que existe un oasis a lo lejos, pero supongo que si te pierdes en el medio del desierto no te hará ninguna gracia.

Seguramente si estás en el del desierto de costero de Perú, y divisas la laguna de Huacachina pensarás que tus ojos te engañan, que eso no puede existir y que es producto de tu imaginación. Pero no es cierto, justamente a cinco kilómetros de la ciudad de Ica, se encuentra este verdadero oasis natural en medio de las arenas del desierto.

Este pequeño pueblo peruano de apenas 200 habitantes vivió su época dorada entre 1920 y 1950, ya que unido a su belleza natural, el cálido clima imperante todo el año y especialmente el poder curativo atribuido a sus aguas (antaño, ricas en sustancias sulfurosas y salinas) hicieron que Huacachina se convirtiera en el perfecto lugar para que las personas adineradas de la época se relajaran.

Foto Diego Delso en Wikimedia Commons

Conocido como el oasis de América, llego a ser uno de los más importantes y exclusivos balnearios peruanos. Para lograrlo se construyeron casas, hoteles, un malecón alrededor de la laguna y se asfaltó el camino que une la laguna con la ciudad de Ica.

Aunque ya no tiene el aspecto lujoso del pasado debido al paso del tiempo y que algunos edificios no se han preservado bien, en Huacachina no paran de recibir turistas pero ahora con otro objetivo, el de poder realizar Sandboard, donde la gente utiliza tablas parecidas a las del Snowboard para descender dunas de arena, y las que rodean al oasis son perfectas, ya que algunas tienen más de 100 metros de altura.

Foto Diego Delso en Wikimedia Commons

Por desgracia la laguna se ha visto afectada por la acción humana, ya que los propietarios cerca del oasis han instalado pozos, con el fin de acceder a las aguas subterráneas y como consecuencia se ha reducido drásticamente el nivel de agua en el oasis.

Para compensarlo y preservar el oasis como un destino estéticamente agradable para los turistas, la ciudad ha tenido que bombear agua de manera artificial en el oasis.

Existen varias leyendas que relatan como se creó, una de ellas cuenta que hace siglos había una hermosa princesa Inca que estaba caminando por el desierto. Llevaba un espejo donde miraba su hermoso reflejo, pero una ocasión, vio a un hombre detrás de ella mirándola fijamente. Asustada, dejó caer el espejo rompiéndose en pedazos, de los cuales nació la laguna de Huacachina.


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