
Aunque los recientes problemas económicos de Chipre han dejado en un segundo plano a los de Grecia, al menos de momento, el país heleno sigue inmerso en una tremenda situación. Por eso no resulta rara una noticia algo estrambótica que conocimos la semana pasada. ¿Saben cuál fue la mayor inversión privada en Grecia desde el inicio de la crisis económica? Pues la compra de seis de sus islas por parte de un jeque árabe.
Se trata del emir de Qatar, Hamad bin Jaliga al Thani, que se enamoró de ellas hace un año durante un crucero que realizó en su propio yate. No hablamos de las Cícladas, como tampoco de las Egeas, las Jónicas, las Espóradas o las del Dodecaneso; ni siquiera de las Sarónicas. Como ven, Grecia no anda escasa de territorio insular precisamente y suma en torno a seis millares.
Las elegidas por Al Thani son seis de las diecisiete que componen el archipiélago de las Equínadas, que en realidad se integran en uno de los grupos anteriores, las Jónicas. Están situadas en la parte occidental del Golfo de Corinto, en la costa de Acarnania, y se subdividen en dos grupos: al norte las Drakoneras, nombre que deriva de la más grande de ellas, y al sur las Oxeiae, palabra que significa erizo de mar (por el afilado perfil rocoso que presentan).
Pese a su minúsculo tamaño, las Equínadas tienen cierto currículum histórico, ya que no sólo son mencionadas en la Ilíada -por cierto, Ítaca no queda lejos- sino que una de ellas, Oxia, se convirtió en parte del escenario de la Batalla de Lepanto en 1571, en la que la flota cristiana derrotó a la turca y durante la cual perdió su mano el mismísimo Cervantes. Ésta es la primera -la isla, no la mano- que adquirió el emir por la módica cantidad de cinco millones de euros. Inicialmente costaba siete pero cualquiera que haya viajado a un país árabe sabe la capacidad de esa gente para regatear los precios.
Después, un griego de ascendencia australiana llamado Denis Grivas le ofreció otras cinco islas de su propiedad que su familia poseía desde hace siglo y medio y que ya llevaban puestas en venta cuarenta años. Así que Al Thani desembolsó un total de ocho millones y medio de euros en una operacion que tardó más de un año en cerrarse por la terrible burocracia griega. Ahora ya puede disfrutar de un terreno pedregoso y árido, aguas oscuras por el limo que arrastra el río Aqueloo y un puñado de cabras, porque otra cosa no hay salvo el implacable sol mediterráneo.
Lo que sí parece probable es que esto sea sólo el principio, pues no hay que olvidar que el Estado griego, a través de la Agencia de Privatización, ha abierto la puerta a la venta o alquiler de islas para conseguir dinero. Hay una lista de más de medio millar disponibles, con un tamaño entre quinientos metros cuadrados y tres kilómetros. Así que, ya saben: si les apetece hacer una pequeña inversión…
Más información: Wikipedia
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