Javier Reverte te lleva por mares salvajes

Acabo de terminar de leer En mares salvajes, un libro de viajes editado por Plaza & Janés y escrito por Javier Reverte -no lo confundan con Arturo Pérez-Reverte, como siempre- que consigue lo inaudito: que a uno le apetezca hacer pasar sus vacaciones en el Polo Norte. A ver, siempre he tenido ganas de ir a la Antártida pero reconozco que el otro extremo no me llamaba demasiado la atención. Y no digamos a la mayoría de la gente, para la que el tiempo de descanso implica necesariamente sol y playa.

Pues bien, Reverte, es un peligro en ese sentido y despierta en tí la curiosidad y el deseo de pasar frío, de pisar el mismo suelo helado que hollaron los vikingos en la Edad Media o los exploradores decimonónicos, de navegar por las mismas aguas gélidas y brumosas que los marinos a vela en busca de ballenas o del Paso del Noroeste, y de conocer la desconfianza de las tribus inuit que fueron obligadas a vivir en islas desoladas para repoblarlas.

En el verano de 2007 los hielos se abrieron por primera vez en esas latitudes entre Canadá y el Ártico y al año siguiente el escritor sacó pasaje en un barco oceanográfico ruso que también organizaba rutas turísticas por esas regiones boreales. El viaje duró 13 días en los que hubo violentas tempestades, avistamiento de osos blancos, recuerdo de los grandes pioneros históricos y momentos de camaradería (o surrealismo, cantando juntos cada noche el Gaudeamus igitur) con los otros viajeros, ninguno de ellos español.

Luego, retorno a través de la zona más al norte del continente americano siguiendo el río McKenzie y descubriendo el pintoresquismo local. Al fin y al cabo ya había publicado con anterioridad El río de la luz, fruto de un recorrido por Alaska y Canadá.

Hay mapas y fotos pero no información exhaustiva ni recomendaciones de hoteles o restaurantes porque no se trata de una guía sino de un libro de viajes, no sé si captan el matiz. Y en eso Reverte es un maestro. Al menos para mí, que ya lo tuve como lectura de referencia para ir entrando en ambiente cuando fui a Grecia (Corazón de Ulises) y, sobre todo, cada vez que viajo a África, que yo diría que es su verdadera especialidad (El sueño de África, Vagabundo en África, Los caminos perdidos de África). Mi intención es visitar el Amazonas algún día y ya tengo en la recámara El río de la desolación.

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