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Hace ya tiempo que se están desarrollando campañas para evitar que se tire el aceite de cocina por el fregadero por el carácter contaminando de ese líquido; al fin y al cabo, tarde o temprano acabará llegando al mar. Pero hasta ahora las alternativas no son demasiado prácticas, ni las caseras -verterlo sobre periódicos viejos para tirarlos luego a la basura- ni las institucionales -llevarlo en botellas hasta un contenedor especial-.

Hasta ahora, ya digo. Y es que acaba de salir al mercado BioBot 20, una máquina construida por la empresa británica homónima que permite procesar ese tipo de aceite e incluso transformarlo en biodiésel con el que alimentar el depósito del automóvil mediante un proceso denominado transesterificación: el aceite vegetal está compuesto por triglicéridos unidos en una molécula de glicerina que reaccionan con una mezcla de alcohol metílico e hidróxido de sodio, de manera que los ácidos grasos se separan de la molécula.

Lo mejor es que BioBot 20 no es un armatoste gigante sólo apto para empresas sino que permite tenerlo en casa. Como dice su nombre, tiene capacidad para 20 litros -hay otros de mayor capacidad- en una cámara de reacción con filtros y un catalizador. La operación de procesado dura de 12 a 24 horas y al acabar ha separado la glicerina, pudiendo expulsarla fuera. Sólo queda recoger el biodiésel y aprovecharlo. Además tiene un sistema para limpiarlo por dentro.

Imagino que su éxito dependerá del precio con que se comercialice, así como de la concienciación ciudadana. Según la web oficial, cuesta 415 libras (unos 480 euros).

Más información: BioBot

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