La Batalla de Inglaterra es el nombre que se dio a la desesperada defensa que la RAF (Royal Air Force) de ese país presentó frente a las incursiones aéreas de la Luftwaffe alemana a lo largo de 4 meses durante la Segunda Guerra Mundial, entre julio y octubre de 1940. Los alemanes querían allanar el camino para una invasión pero los ingleses consiguieron resistir gracias, entre otras cosas, a las magníficas prestaciones de sus 2 grandes modelos de caza: el Hawker Hurricane y el Supermarine Spitfire.
Este último, der silueta y formas casi inconfundibles, dio tan buen resultado que se convirtió en la médula espinal de la fuerza aérea británica y se utilizó para prácticamente todo tipo de acciones bélicas. Así agrandó su leyenda, combatiendo en casi todos los frentes, incluyendo el del Pacífico, donde se enfrentó a un avión japonés que guardaba cierto parecido con él, el Mitsubishi Zero.
Una de las regiones donde combatieron fue Birmania. Allí se enviaron decenas de escuadrillas pero cuando finalizó la guerra en 1945 el alto mando se encontró con un problema: había tantos aparatos ya innecesarios que su repatriación hubiera resultado una ruina para la maltrecha economía aliada, al igual que tampoco se podían dejar sin más en una zona del mundo tan inestable. Entonces el gobierno de Londres tuvo una idea tan sorprendente como original para solucionar el problema: enterrarlos.
Así fue como se sepultaron unos 124 Spitfire, metidos en cajas de madera. Y la iniciativa no resultó tan disparatada porque nadie se acordó de ellos hasta hace poco, el pasado mes de abril, cuando un empresario británico que llevaba detrás de esa historia más de quince años consiguió, por fin, encontrarlos. Se llama David Cundall y ya tiene experiencia en el tema, habiendo sacado a la luz otros aviones en su país. Por eso ha llegado a un acuerdo con el gobierno de Myanmar para repartirse tan insólito botín.
El equipo de Cundall ya ha desenterrado unas 60 unidades en Burma y espera hallar medio centenar más, lo que supondría triplicar el número de ellas que ahora existen funcionando. Los trabajos empezarán el próximo 12 de enero pero, aunque él insista en que «el Spitfire es un avión hermoso y no debe pudrirse en una tierra extranjera. Salvó nuestra piel durante la batalla de Inglaterra», no todo es tan altruista: él mismo reconoce que cada avión podría tasarse en 1,5 millones de libras (1,8 millones de euros) o incluso más.
Vía: La Razón
Foto: Wikimedia Commons
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