En efecto, es un hotel flotante. Y, en efecto otra vez, no se trata de un barco. Cuando hablamos de este tipo de alojamientos solemos referirnos a viejas embarcaciones recuperadas y reformadas para su nuvea función de hospedaje pero el King Pacific Lodge es un edificio de madera creado como tal, aunque con el toque original y diferenciador de no asentarse sobre cimientos sino sobre el agua.
Cada año, entre los meses de mayo y octubre, es remolcado hasta la isla Princess Royal de la Columbia Británica (Canadá) y anclado en su embarcadero, un pequeño puerto deportivo con pantalanes para yates y lanchas de recreo. El entorno es espléndido, un paisaje natural con fiordos y bosques lluviosos de abetos habitados por fauna salvaje, entre la que figuran osos, orcas y ballenas jorobadas.
Llegar hasta allí tiene su dificultad: primero volar hasta Vancouver y luego tomar un hidroavión que, tras dos horas y cuarto de trayecto, amerizará frente al King Pacific Lodge. Lo bueno es que el viaje está incluido en el precio, se parta desde donde se parta. Eso sí, hay que adaptarse al calendario, ya que sólo se hace un par de vuelos a la semana, y tener una cartera bien repleta porque la estancia mínima es de 3 noches para 2 personas, lo que roza los 5.000 euros.
El hotel dispone de 17 amplísimas habitaciones distribuidas en 4 plantas y de 6 tipos: Wilderness View Room, Ocean View Room, Barnard Harbour Suite, Romance Suite, Waterfall Suite y Princess Royal Suite. Unas tienen vistas al mar y otras a tierra, aunque una suite ofrece ambas opciones. Terrazas, telescopios, spa, comedor, biblioteca, excursiones, kayak y otras actividades más, de las que cabe destacar por original la pesca desde un helicóptero, pueden amenizar la estancia dependiendo de la estación del año en que se visite el lugar; todas están incluidas también en el precio.
Aventura, lujo y relajación se combinan en un establecimiento que ha sido seleccionado los últimos 5 años por los lectores de Condé Nast Traveller como Mejor Resort de Canadá.
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