Por más semáforos, rotondas, carriles esclusivos que pongan, por mucho que restrinjan el tráfico a determinados días de la semana, lo cierto es que el tráfico urbano sigue creciendo de forma brutal. Es lo lógico, si va aumentando el nivel de vida y cada vez más gente puede comprarse un vehículo o, simplemente, si la población de las grandes ciudades se multiplica. Así que algo tendrán que inventar para que atravesar el casco urbano no implique perder un tiempo cada vez más precioso.
La solución pasa por los transportes públicos pero éstos también tienen sus limitaciones. Trasladarse en autobús municipal no evita el tráfico y cabe suponer que el Metro irá masificándose progresivamente hasta que haya que contratar empleados para hacer sitio empujando a los ocupantes hacia dentro, como en Japón. Por eso de cuando en cuando surgen propuestas innovadoras y originales; tanto que a veces no se las toma en serio.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte se está difundiendo y generalizando el instalar teleféricos en las ciudades. En muchos casos tienen una función turística más que nada, como pasa en Lisboa, pero en otros resultan muy útiles, como en Río de Janeiro o ese tan grande que proyectan en La Paz. Esos sí, estos últimos tienen en común el hecho de salvar desniveles de terreno o problemáticos barrios de favelas. La pregunta es ¿por qué no aplicar teleféricos como un sistema de transporte más?
Ésa es la idea de Michael McDaniel, diseñador del estudio Frog Design, que así imagina un plan radical para las grandes ciudades. En concreto, está pensado para Austin (Texas, EEUU) y consiste en la instalación de una red de cableado que cubra la ciudad conectando barrios y que permita a peatones y ciclistas sortear las zonas de mayor congestión. La novedad está en que no tendría finalidad turística sino que, en efecto, constituiría un medio de transporte más.
McDaniel incide en varios factores, como la eficiencia de este tipo de traslado, capaz de mover 10.000 personas en una hora, lo mismo que 7.000 automóviles o un centenar de autobuses. También en su bajo coste, pues abrir un teléferico urbano supondría 3 dólares por milla frente a los 400 del Metro, por ejemplo. Además, se podrían aprovechar los rascacielos y torres ya existentes, de manera que únicamente habría que añadir algunas estaciones. Y al usar energía eléctrica contribuiría a reducir las emisiones de CO2 que contaminan los espacios urbanos.
El problema, como explica el autor, es que actualmente se siguen aplicando conceptos urbanísticos que han quedado obsoletos; hay que adaptar las ciudades al siglo XXI y para eso hacen falta imaginación y atrevimiento.
Vía: Pop Up City
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