misteriosos Montes Bucegi

Uno de los mayores atractivos de viajar por Rumanía es que se cumplen todos los tópicos, especialmente en la regíon de Transilvania. Por increíble que parezca, y reconociendo que buena parte de la culpa viene de la autosugestión, el paisaje parece abatirse sobre uno, enigmático, casi amenazador. Y eso que yo lo ví en verano; me imagino que en invierno será terrible.

El país está dividido en dos mitades por los Cárpatos, una cadena montañosa que conserva buena parte de su estado salvaje, como demuestra el hecho de que en ella vivan las mayores poblaciones europeas de linces, lobos y osos. En una parte de dicha cadena, los Alpes Transilvanos, están los Montes Bucegi, que llevan al extremo eso del misterio desde la antigüedad, cuando eran considerados lugares sagrados por los dacios. De hecho, la leyenda dice que allí tenía su refugio Zalmoxis, un místico que combina en su persona aspectos históricos con otros divinos, habiéndosele identificado a veces con una versión local de Dionisos o incluso de Zeus.

Ese plano mistérico del lugar ha sido aprovechado comercialmente para situar en los Montes Bucegi todo tipo de historias esotéricas, a cual más disparatada: pirámides, gigantes, conspiraciones mundiales… Ayudan, eso sí, algunas formaciones geológicas de caprichoso aspecto, siendo la más destacada la Esfinge: está en la cumbre más alta, el Bucegi Plateau, y es una gran roca moldeada por la erosión proporciónandole una caprichosa imagen humana, similar a la de aquella novela de Julio Verne. No es la única, sin embargo; allí se hallan también las Babele, un conjunto rocoso con fantásticas formas de setas gigantes.

Hoy constituyen, dentro de los Bucegi, una zona de gran interés turístico, para quienes gustan de disfrutar sus vacaciones en la naturaleza. Hay varios picos de alta montaña, como el Omu (2.505 metros), el Leaota (2.133) y el Baciului (2.238). La propia Esfinge se halla a 2.216 metros de altitud, así que quien quiera verla tendrá que esforzarse un poco. Y luego están los teleféricos de Sinaia y Busteni o lugares más conocidos, como los castillos de Bran y Peles, con lo que la visita se enriquece en ocio y cultura.

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