Una visita a Hawai no tiene por qué limitarse a relajarse en las playas, contemplar los volcanes o disfrutar de los sensuales bailes locales. También se le puede encontrar una variante cultural, una jornada recordando los acontecimientos históricos del ataque japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941 que desató la entrada de EEUU en la Segunda Guerra Mundial. Y el sitio más apropiado para ello es la misma bahía donde ocurrió todo y donde aún yace bajo el agua el buque que salió peor librado: el U.S.S Arizona.
El Arizona era un acorazado de la clase Pennsylvania botado en 1915 y, por tanto, participante en la última fase de la Primera Guerra Mundial. Medía 185 metros de eslora por 30 de manga y 8,8 de calado. Con una potencia de 34.000 Cv alcanzaba una velocidad de 21 nudos y estaba servido por 1.400 hombres. Su armamento: 12 cañones de 356 mm, 22 de 127 mm, 4 de 76 mm y 2 tubos lanzatorpedos, aparte de decenas de ametralladoras antiaéreas.
El buque fue destinado a la flota del Pacífico a principios de los años cuarenta, en el contexto internacional de la Segunda Guerra Mundial, en la que EEUU no se decidía a entrar abiertamente por la gran oposición interna que existía a ello. El 4 de diciembre ancló en Pearl Harbor, en la isla de Ford, junto al Nevada y el Oklahoma, para someterse a unas labores de mantenimiento. Allí les sorprendieron las escuadrillas japonesas, que alcanzaron al Arizona con varias bombas, una de las cuales provocó una tremenda explosión que destruyó la proa, envolviendo al navío en llamas y hundiéndolo.
Los daños fueron tan graves que, a pesar de que parte de la superestructura afloraba sobre la superficie, no se pudo recuperar el barco (salvo los cañones), como sí pasó con otros. Además, en el fatal desenlace murieron 1.177 marinos, entre ellos el capitán Franklin Van Valkenburgh, así que años más tarde se decidió convertir el pecio en un memorial en honor de los caídos.
Hoy está catalogado como Lugar Histórico. Encima del agua, transeversalmente colocado sobre los restos del Arizona, se construyó un edificio blanco con forma de pasarela en el que hay un salón con una pared de mármol en la cual figuran los nombres de los marinos fallecidos. Se llega en barca desde el centro de visitantes en tierra firme, en rutas guiadas que salen cada 15 minutos y permiten ver los restos del naufragio así como conocer por dentro otro ilustre acorazado de la Marina, el U.S.S Missouri.
Una visita emocionante porque aún hay veteranos combatientes rindiendo honores a sus antiguos camaradas y porque a las pequeñas pérdidas de combustible que aún brotan de los despósitos del buque (llevaba 1,4 millones de galones en el momento del ataque) se las identifica como las Black tears (Lágrimas negras) que llora el Arizona por su trágico final.
Foto: US Navy en Wikipedia
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