Aparte de las tragedias humanas y las materiales con ellas relacionadas, una de las grandes desgracias del terremoto de Haití fue poner al borde de la destrucción total uno de los pocos atractivos turísticos de que podía presumir: las mansiones típicas del siglo XIX popularmente conocidas como casas de pan de jengibre, que ya antes estaban amenazadas de ruina.
Como, por desgracia, desde entonces han ocurrido muchas más tragedias, hoy ya casi nadie se acuerda aquella que estrenó el año 2010. En cuanto pasó de moda se dejó de hablar de ese país así que no sé mejor que ustedes en qué estado de recuperación se hallará actualmente. Tampoco sé si está lo suficientemente arreglado como para recibir turismo, que seguramente le haría buena falta. Tanto como esas casas.
El peculiar nombre se lo pusieron los turistas estadounidenses que visitaban Puerto Príncipe en los años cincuenta, cuando la miseria aún no se había generalizado de forma tan estentórea. La causa del apelativo, gingerbread houses en el original inglés, hacía referencia a los tonos pastel con que estaban pintadas, lo que unido a su histórico estilo victoriano colonial, las convertía en gracioso objeto de atención.
Eran de madera, con porche columnado, escalinata y agudos tejados, y estaban sobre todo en el barrio Bois Verna como reflejo de una época prácticamente olvidada, aquella en la que Haití gozaba aún de cierta riqueza económica y cultural. Lamentablemente en 1925 se prohibió construir en madera por el riesgo de incendios y aquellas casas cayeron en el olvido y la semirruina. De hecho, la WMF (World Monuments Fund), una organización sin ánimo de lucro dedicada a la protección del patrimonio cultural, las incluyó en su lista negra de riesgo.
Entonces llegó el terremoto y pudo haber sido la puntilla. Pero no. De hecho, fue un ejemplo de cómo un cataclismo puede tener su parte positiva. Porque resulta que las casas de pan de jengibre, aunque gravemente dañadas, resistieron los embates del seísmo mejor que el resto de la endeble arquitectura de Puerto Príncipe, convertida en escombros.
Y además se han convertido en una referencia para atraer turismo de nuevo a la isla como forma de regenerar la economía, así que la última noticia al respecto es que por fin están siendo sometidas a un proceso de restauración. Paradojas de la vida.
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