La semana pasada se desató una fuerte alarma social en Canadá al descubrirse un polémico experimento de geoingeniería: un empresario estadounidense había arrojado a la costa oeste del Pacífico canadiense un centenar de toneladas de sulfato de hierro para fertilizar el fondo marino de la zona. Con ello espera favorecer el crecimiento de 10.000 kilómetros cuadrados de fitoplancton para que éste absorba dióxido de carbono e incentive la riqueza biológica local.
El vertido se llevó a cabo desde un barco de pesca en 200 millas náuticas al oeste de las islas de Haida Gwaii, un importante lugar desde el punto de vista natural por la diversidad de sus diversos ecosistemas.
El problema de ese sistema de fertilización artificial está en que a largo plazo se puede dañar el ecosistema oceánico, alterando las cadenas alimentarias, eliminando la vida al aumentar la acidez del agua, agotando el oxígeno en aguas profundas y/o produciendo mareas tóxicas. Además, contraviene dos convenciones , la de la ONU sobre diversidad biológica y la Convención de Londres sobre el vertido desechos al mar, que prohíbe cualquier fertilización del océano y menos aún con finalidad de lucro.
Pero el empresario de marras, Russ George, un californiano que ya intentó hacer algo parecido en las Islas Galápagos e incluso en Canarias consiguiendo que los gobiernos ecuatoriano y español prohibieran la entrada de sus barcos, describe su nuevo proyecto como la «restauración [oceánica] más importante de la historia», con una recogida de la «mayor densidad y profundidad de datos científicos que nunca antes se había realizado».
El proyecto también tiene oscuras implicaciones de otro tipo: Russ George convenció al ayuntamiento de un pueblo indígena para llevarlo a cabo y conseguir del consistorio una aportación de un millón de dólares. Los representantes indios dicen ahora que creían que el vertido sería beneficioso para aumentar la población de salmón, eje de su vida, y por eso votaron a favor en una referéndum local; de haber sabido que se violaban las convenciones internacionales y de los posibles efectos negativos hubieran dicho no.
Foto: MCSush en Wikipedia
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