El barrio de Shibuya en Tokio

Hace ya más de veinte años que nació el estilo gyaru en Japón, pero no alcanzó su mayor apogeo hasta el año 2000, más o menos. Fue entonces cuando el barrio de Shibuya se ganó la reputación de «tenebroso», gracias a las masas de chicas que siguieron la moda gyaru y asediaron la capital japonesa. ¿Qué hizo Tokio para contrarrestar la mala fama de uno de los barrios más conocidos?

La moda gyaru nació a finales de los ochenta, haciéndose muy popular a lo largo de los años noventa y alcanzando su edad dorada sobre el año 2000. Poco después fue cayendo en decadencia en Japón, mientras ha estado ganando popularidad en China desde hace unos años.  Se centra, sobre todo, en imitar a las mujeres de Occidente, por lo que consta de pieles bronceadas (dependiendo del estilo de gyaru, más o menos bronceado) y cabellos teñidos, pasando por uñas y pestañas postizas, maquillaje excesivo y ropa muy colorida. La imagen que resulta es bastante chocante, sobre todo teniendo en cuenta el estereotipo de chica japonesa.

Es por esto por lo que Shibuya, uno de los barrios más concurridos por jóvenes japonesas seguidoras de esta moda, empezó a generar mala fama. A los visitantes, tanto japoneses como extranjeros, no les agradaba estar rodeado de multitudes con apariencia extravagante, por lo que dejaron de visitar la zona. Los dueños de las tiendas, que eran los más afectados, empezaron a quejarse y así es como empieza la época de «purga» en contra de las gyaru.

En 2003 empezó a llevarse a cabo una política por la cual la policía aumentó de manera importante la seguridad de las calles que rodean la estación de tren de Shibuya, con la intención de expulsar a la multitud de chicas que seguían la moda gyaru, además de pequeños grupos de otras tendencias de la época. Diez años después, el cambio es notorio; los grupos de gyarus han descendido de docenas y docenas a lo largo de las calles de Shibuya día sí y día también, a grupos de menos de diez chicas los días más concurridos.

Con el tiempo, la moda se ha ido «relajando», es decir, de pieles exageradamente oscuras y tintes rosa chicle ha evolucionado a uno o dos tonos más de color para la piel, y uno o dos menos para el pelo, reflejando así de manera más fiel el estilo occidental. Algunos sostienen que es una pena, porque se está perdiendo parte de la cultura urbana del país, mientras los afectados por la pérdida de visitas reciben con los brazos abiertos las medidas que impliquen ganancias.

Fuente – Sankaku Complex

Fotografía de Jeroen Elfferich.