Museo Barcos Vikingos Oslo

Durante mucho tiempo se consideró a los vikingos como un pueblo bárbaro y salvaje que vivía del saqueo, adoraba a dioses paganos e incapaz de haber formado una civilización propiamente dicha. Hoy sabemos que ésa era una imagen distorsionada, que su actividad principal era comercial, quedando la guerra como complemento. También que con el tiempo terminaron adoptando el cristianismo. Y, por supuesto, sí que formaron una civilización.

De todas formas, si hoy ha quedado alguna imagen fuertemente iconográfica de ellos (aparte de los cascos de cuernos que en realidad nunca usaron) es la de sus espléndidos barcos, una ingeniería naval fruto de su vida volcada al mar. La silueta de un drakkar, la esbelta embarcación de combate, resulta inconfundible, a pesar de que utilizaban más otro modelo, el knorr, destinado a transporte de mercancías.

Todo esto puede verse mucho más gráficamente en el Vikingskipshuset, es decir, el Museo de Barcos Vikingos de Oslo. Un centro que formó parte de Museo Cultural Histórico de la Universidad hasta que se decidió dedicar a las naves su propio espacio. Fue en 1913 a instancias del profesor sueco Gabriel Gustaffson, que previó que con el tiempo se irían encontrando más piezas de las que tenían hasta entonces.

El encargado del diseño fue el arquitecto Arnstein Arneberg y en la financiación colaboró el mismo Parlamento de Noruega. No obstante, aunque el grueso de los trabajos estuvieron listos para los años treinta, la finalización completa no se logró hasta después de la Segunda Guerra Mundial, concretamente 1957.

Hoy se pueden ver en el museo tres importantes barcos procedentes de enterramientos reales: Gokstad, Oseberg y Tune. El más grande es el primero, encontrado en un lugar llamado Kongshaugen (Montículo del Rey). Tiene 24 metros de eslora y 5 de manga y llevaba una tripulación de 40 hombres. fue construido en el siglo IX y junto a él aparecieron otras embarcaciones más pequeñas, así como un trineo, un carro, enseres domésticos, trajes e incluso restos humanos.

También es importante el barco de Oseberg, hallado en un túmulo de esa localidad, especialmente por su magnífico estado de conservación. Como se puede observar, las costumbres funerarias vikingas apuntaban más a la inhumación que a la imagen más romántica del barco en llamas.

El museo abre toda la semana de 9:00 a 18:00 entre mayo y septiembre, mientras que de octubre a diciembre lo hace de 10:00 a 16:00.

Foto: visitoslo.com

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